Orlando Cepeda: El Charolito Espirituano.
Orlando Cepeda tiene un récord muy difícil de igualar en el boxeo cubano. Ni tan siquiera Stevenson o Savón lo han logrado. Rocky Marciano le sirvió de Sparring.
" ¿Aquella pelea?... Por supuesto que la perdí. Me dieron tremenda paliza. Era un “negrazo” enorme. Pero bueno... eso no es lo más importante, si no que logré tirarlo tres veces a la lona y aquello me demostró que tenía pegada.... y cuando llegué a Sancti Spíritus me puse a meditar y bueno...ya ustedes conocen todo lo otro".
Por Rafael Daniel
Quién lo ve andar por las calles de la central ciudad cubana de Sancti Spiritus no podría pensar en la proximidad de sus ochenta años. Con su porte de un lord inglés de ébano, su eterna sonrisa, y el saludo permanente para conocidos o para los que no lo son, pues todos sienten el deber de la reverencia ante quien se ha erigido como un paradigma del respeto y la caballerosidad personal y deportiva."Un día viene alguien y me dice: “¿...no te gustaría buscarte unos pesos”?... Y yo le dije que si era honestamente, claro que sí. Y le dije: ¿Cómo? Y el me respondió: "Nada, simplemente con una pelea de boxeo en Caibarién”, -una ciudad balnearia ubicada en la provincia de Villa Clara a más de un centenar de kilómetros de Sancti Spíritus- Que qué le respondí! Le dije que no, pero le pregunté cuánto me pagarían y me dijo que quince pesos. En aquel momento era una fortuna. Había carnavales en Sancti Spiritus, y yo no tenía un centavo... Me rasqué la cabeza...le di un sacudión y... ¡Bueno, está bien! Pero, fíjate yo nunca me he puesto un guante de boxeo, así que no sé...
Lejos estaba el joven Orlando Cépeda que a partir de ese momento perdería este patronímico para inmortalizarse con este otro: Charolito Espirituano, que lo ha marcado para siempre en el boxeo, uno de las disciplinas más emblemáticos del acontecer deportivo cubano.
" ¿Aquella pelea?... Por supuesto que la perdí. Me dieron tremenda paliza. Era un “negrazo” enorme. Pero bueno... eso no es lo más importante, si no que logré tirarlo tres veces a la lona y aquello me demostró que tenía pegada.... y cuando llegué a Sancti Spíritus me puse a meditar y bueno...ya ustedes conocen todo lo otro".
Era el año 1946 y de la noche a la mañana Charolito Espirituano, comenzó a ser una leyenda en el boxeo cubano sin proponérselo. Cepeda mantiene un impresionante récord muy difícil de igualar, ni hombres como los múltiples campeones mundiales y olímpicos Teofilo Stevenson y Félix Savón pudieron lograrlo: ¡21 peleas consecutivas ganadas por nocaut en el primer asalto! Durante sus once años sobre el ring celebró 126 combates, ganó 102 e hizo 2 tablas.
¡Ah!...verdad que sí. El por qué lo de Charolito. Pues porque había un pelotero profesional que le decían Charol, que según dicen se parecía a mí, o mejor dicho yo me parecía a él... y bueno... allí empezó todo y lo de “Espirituano” me lo agregaron después para identificarme con esta tierra.
Indiscutible campeón nacional de los pesos welter, Charolito marchó a estados Unidos con “Pincho” Gutiérrez, el mismo manager que representó al inmortal Kid Chocolate, el más grande de todos los tiempos. Recuerda que lo abandonó en un hotel de New York y como no sabia un ápice de inglés “me mantuve prácticamente a huevos durante varios días.”
¿Una anécdota?...Vaya esta me da hasta pena decirla, pero...-sonríe-... Yo me encontraba entrenando en Nueva York, me parece que mi manager en ese momento era Kid Tunero, ¿Lo recuerdan? . Bueno, lo cierto es que yo le pagaba tres dólares a los sparring, pero había uno que me castigaba mucho y le dije a mi entrenador... “Oye, si yo le pago a este hombre es para dar yo y él hace todo lo contrario-...¿El sparring es él o yo?.. Mira vamos a cambiarlo”. Miré hacia todas partes y vi un gordito medio “chambón” y le dije: “Mira habla con aquel”... el gordito vino,.. subió al ring y de pronto todo el mundo dejó de entrenar y comenzaron a rodearnos. ...”Oye, fulano. ¿Qué hace todo el mundo aquí? Yo no creo que se para ver mi entrenamiento... y entonces pregunté: “Y este hombre ¿quién es?”... Oiga, casi me da un desmayo... me bajé del ring como perro que tumbó la lata...¿Ustedes saben quién era mi próximo sparring? ¡Nada más y nada menos que Rocky Marciano.!
Charolito no deja de hablar. Su espléndido verbo no concuerda con su bajo nivel académico, pero la universidad de la vida lo ha convertido en un erudito con conocimientos, incluso, más allá de lo que se puede aprender en las aulas. " Por primera vez desde hace poco más de cuarenta años me considero persona. Todos me tratan con respeto y me sobran los millones, quizás no de pesos, pero si de corazones. Aunque siempre hace falta, los que vivimos acá sabemos que no es el dinero lo más importante. Hay muchas cosas vitales para el ser humano que no se pueden pagar con plata".
Observo a su nieto que con su uniforme de primaria está estudiando para las pruebas finales del curso. Frente a él una foto de Charolito en posición de ataque. Sin que se dé cuenta, me acerco y leo algo de la composición que está redactando como práctica de sus exámenes: “Cuándo sea médico ayudaré a mis semejantes aquí y en cualquier parte del...”, y nos vamos convencidos de que ese sueño puede ser realizable y que no tendrá que liarse a golpe con nadie para ganar unos pocos de centavos, o puede además llegar a ser un campeón de boxeo amateur que no tendrá que sentir el olor de la sangre como estímulo principal para matar a su contrario. Y ha aprendido que la solidaridad humana, el valor de la vida de sus congéneres es lo más importante.
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yohan zuaznabar mora -