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Esquina del parque

¿Es Sancti Spíritus la ciudad de los puentes de barro?

¿Es Sancti Spíritus la ciudad de los puentes de barro?

 

El puente sobre el Río Yayabo. Detrás el Teatro Principal y la cúpula de la Iglesia Parroquial Mayor, emblemático tríptico arquitectónico de la Cuarta Villa Cubana

Por Rafael Daniel

Aunque no existe esa denominación oficial para Sancti Spíritus, me atrevo a asegurar que no hay otra ciudad en Cuba con tantos puentes de barro, o arcilla,  como en la cuarta villa fundada por los conquistadores españoles a mediados de 1514.

Su obra de ingeniería más famosa, es el puente colonial sobre el Río Yayabo, uno de los tres símbolos arquitectónicos con mayor prominencia, junto a la Iglesia Mayor y el Teatro Principal, trilogía captada en un solo “clic” de cámara, por estar ubicada en la misma zona del Centro Urbano Histórico de la capital de la provincia de igual nombre.

Este viaducto de cinco arcos, está compuesto por centenares de miles de ladrillos de barro, material muy abundante, tanto en esta zona como en Trinidad, tercera villa cubana establecida al sur de Sancti Spíritus.

El puente Yayabo se terminó en la primera mitad del siglo XIX y fue declarado Monumento Público el 28 de febrero de 1935. Sesenta años después fue proclamado Monumento Nacional.

En ocasión del Aniversario 500 de la legendaria ciudad fue remozado, aunque su estructura de arcilla unida con cal y arena, ha soportado impecable el paso del tiempo pues fue concebido para peatones y vehículos de tracción animal, sin embargo, ha sido capaz de soportar sobre sus “hombros” los más pesados medios de transporte, lo que se ha regulado para su protección patrimonial, después de la vía de circunvalación que ha aliviado el tránsito dentro de la ciudad.

La historia de este puente merece un próximo trabajo aparte.

 

 

EL DEL BALNEARIO

Limítrofe con las barriadas de Jesús María y la de Colón,  nos encontramos con otro viaducto de barro muy representativo para los espirituanos, el cual  ocupa la segunda posición  en importancia para los oriundos de la  Cuarta Villa, por estar también dentro de la ciudad y también sobre el Río Yayabo: El Balneario:

Su ejecución se remonta a los primeros años de la segunda mitad del siglo pasado y aunque sus barandas son metálicas y su superficie asfaltada, en su su estructura, al igual que los otros, predominan miles de ladrillos de barro, detalle del que no se percatan muchos de los visitantes o naturales de la ancestral ciudad..

Por aquellos tiempos era sitio ideal para el esparcimiento, pues muchos de los espirituanos de la época, aún recuerdan los memorables paseos a pie o en bote e incluso sus excepcionales áreas de baño –de ahí su nombre- hoy limitadas por la contaminación lógica del crecimiento de la ciudad.

PUENTE DEL CAMINO DEL PRINCIPE Y OTROS

Al final de la actual calle de Agramonte, cerca de la cicunvalante,  se encuentra el puente del Príncipe, construcción integrada por un amplio y único arco, formado por decenas de miles de ladrillos de arcilla y similar composición al del Yayabo. Fue terminado unos años después.

Debe su nombre a que está ubicado en el antiguo camino hacia la ciudad de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, única vía hacia el Oriente cubano antes de existir la Carretera Central.

También fue reconstruido en ocasión del Aniversario 492 de Sancti Spíritus, pues estaba semidestruido por uno de sus cabezales debido a daños ocasionados por torrenciales lluvias hace varios años. Según la historiadora María Antonia Jiménez, inicialmente se utilizaron en su ejecución más de 75 mil ladrillos.

 

No obstante su importancia como obra patrimonial, no ha sido declarado ni tan siquiera como Monumento Local, lo que debe se analizado por las autoridades competentes, pues por su valor histórico se puede ubicar a la par de otras construcciones coloniales que sí lo son.

Sancti Spíritus cuenta también con otros dos puentes de barro en su entorno urbano colonial, que si bien es cierto no tienen la magnitud de los mencionados anteriormente, son vitales para el trasiego de sus habitantes, al estar ubicado en las calles de Sobral y San Cristóbal, dos de las arterias más concurridas dentro de la villa.

Al igual que el del Príncipe, aunque en menor escala, están ambos compuestos por estructura de un solo arco, integrado por miles de ladrillos.

Tanto los constructores de estos dos viaductos, como los del puente Yayabo o el del Príncipe, sobre el arroyo Los Caimitos, nunca pudieron imaginar que esas obras de ingeniería trascendieran con vida útil el tiempo y llegaran hasta nuestro días con envidiable lozanía para identificar a la cuarta villa como la Ciudad de los Puentes 

 

El prominente Vilo Cabeza de Clavo (Un recuerdo para los cabaiguanenses)

El prominente Vilo Cabeza de Clavo (Un recuerdo para los cabaiguanenses)

(Crónica realizada al pintoresco personaje cabaiguanense antes de su deceso. Un homenaje a alguien que permanecerá por siempre en el corazón de los habitantes de este poblado de la central provincia de Sancti Spíritus))

Por supuesto que ya no es igual. La ancianidad siempre inspira respeto y los que bromeaban con el personaje más pintoresco de Cabaiguán, ya no lo hacen, o por lo menos mucho menos que antes.

Es como si todos quisieran cuidarlo para que permanezca un período más prolongado deambulando con tranquilidad por las calles del poblado, ubicado al oeste de la central provincia de Sancti Spíritus, sin que casi nadie lo moleste, aunque siempre hay quién le dice algo

“Caramba, que viejo se nos ha puesto Vilo”, dice uno. “Cualquier día se nos va”, señala otro. “¡Cómo será ese entierro!” exclama un tercero. “Seguro que debe ser el más grande de todos los que se hayan hecho en Cabaiguán. Él se lo merece”, precisa alguien que se detuvo para intervenir en la conversación.

Para quiénes no le conocen, no piensen que se trata de una figura del arte, un político prominente, un científico o un deportista famoso. No, se refieren a Vilo Cabeza de Clavo, ¡Sí! ¡Así mismo! Como si esos fueran su nombre y apellidos porque si se dicen los verdaderos nadie podría identificarlo.

¡¿Edad!? ... Cualquiera... 70, 75, 80... Ochenta y tanto... No importa, pocos lo saben. Posiblemente ni él mismo, pero lo cierto es que tiene un montón de años.

Generaciones tras generaciones han disfrutado de la presencia de Vilo por las calles de Cabaiguán y muchos se han puesto viejos junto a él. Otros que se marcharon antes “sintieron” las lágrimas del noble anciano gotear sobre “el cristal del adiós”.

Porque Vilo no sólo se caracterizaba –ahora lo hace menos- por asistir a todos los mortuorios y entierros de la localidad, si no que conociendo o no al occiso, comparte con los familiares los sufrimientos de la pérdida, el llanto espontáneo y es... ¡Cómo si lo hubiera amado toda la vida!

Hay que ver cómo se acerca de vez en cuando al féretro y mueve desconsoladamente la cabeza de un lado a otro diciendo: “Pobrecito. Cómo te me fuiste, caramba. No somos nada”. Se vuelve para aceptar un pésame, extiende la mano y aprieta fuerte la de alguien que se incorporó al grupo de los dolientes. Nadie diría que no conocía al muerto ni por fotografía.

Hace unos pocos años le recordamos acompañado por una carnera que le seguía a todas partes. El mamífero rumiante se había convertido en una prolongación del noble Vilo. Un buen día unos curdas sin escrúpulos le comieron el ovino al infeliz. ¡Cómo lloraba! Las autoridades del municipio tuvieron que conseguirle otro animal similar para calmar sus sufrimientos.

Cada cabaiguanense conoce de él infinidad de anécdotas. De cuándo se llevaba el dinero que los fieles depositaban en el emblemático sitio conocido como “La Virgencita” - había una imagen de la virgen – o de las veces que descargaba un trompón a cualquier extraño a cambio de un peso que le ofrecía alguien, sólo por reír la gracia o demostrar de qué era capaz aquel hombre delgado, pero fornido.

Lo de Cabeza de clavo le viene por su pequeña y desfigurada testa. Ahora quien quiera le puede decir ese apelativo. La costumbre o el peso de los años hacen que el sobrenombre le sea hoy indiferente. Sin embargo ¡Qué distinto hace años atrás!

Todavía muchos rememoran la andanada de piedras lanzada por aquel débil mental ante la sola mención del burlón apodo. Los menos afortunados enseñan algunas cicatrices.

Vilo es también como un símbolo de libertad. Para él no existe el encierro. Su vida es libre como el aire. A nadie se le ocurriría recluirlo en ninguna parte y todos conocen que de hacerlo dejaría de ser. Sin embargo, está protegido por todos.

En los hoteles u otros sitios de la localidad le sirven la mejor comida que él guarda con celo en un recipiente. A pesar de sus años goza de una salud envidiable y de ello da cuenta su característico y veloz andar por las calles de Cabaiguán.

A nadie se le ocurre referirse a él como loco, y mucho menos llamarle idiota, retrasado o ningún otro calificativo similar. Él es sólo eso: el prominente Vilo Cabeza de Clavo.

Rafael Daniel 

¿Por qué la Esquina del Parque?

¿Por qué la Esquina del Parque?

Nueva Glorieta del parque Mayor general Serafín Sánchez

Por Rafael Daniel

(Retomo esta sección como un homenaje a una buena parte de quiénes me acompañaron en los primeros años de mi asarosa juventud)

La Esquina del Parque es una Sección en la que trato de hacerle honor a momentos inolvidables  vividos en  mi juventud, precisamente en el parque Serafín Sánchez, ubicado al centro de mi ciudad natal: Sancti Spíritus, cuarta villa fundada por los conquistadores españoles en Cuba. 

 Allí en la esquina del parque, frente al Hotel Perla, teníamos nuestro Cuartel General, para llamarlo de algún modo, sitio al que le denominábamos también .no sé por qué- El Platanal, aunque la vegetación que existía allí no eran precisamente bananera.

 Tampoco sé por que razón tumbaron todas las matas y una fría capa de cemento ocupó su lugar y las sillas desaparecieron también de la pequeña geografía de esa zona de nuestro querido parque. El parque era el espacio ideal para concertar una cita y punto de partida hacia cualquier área de la ciudad.

Ahora, nuestro céntrico elemento de distracción, al calor de lasactividades por el medio milenio de la iudad ha sido totalmente remozado y su entorno vuelve a ser el hermoso remanso que fue y mucho más bello aún

Muchos matrimonios tuvieron su origen en aquellos kilométricos  andares alrededor del parque ¿Lo recuerdan?  Vienen a mi mente aquellos jueves y domingos de retreta, cuando la banda municipal tocaba sus repetidas piezas musicales en la glorieta, mientras las jóvenes le daban vueltas y más vueltas al óvalo del parque siguiendo la ruta de las manecillas del reloj y los varones en sentido contrario tratábamos de ganarnos “una vueltecita” que nos condujera a un romance o por el simple hecho de” darle duro” a nuestros  amigos con alguna codiciada damita del momento. 

Allí conocimos a infinidad de personajes y personalidades que han motivado estos y otros trabajos que iré poco a poco enriqueciendo. Mis amigos de aquella época reciban mi más cordial saludo y aunque sólo trato sobre personajes pintorescos y en ocasiones acerca de algunas personalidades, en cada párrafo mi recuerdo para ellos, aunque quizás algunos ni tan siquiera agradezcan que les tenga presente. Han cambiado tanto las cosas. Incluso, hasta nuestras ideas son diferentes.

 ¿Cómo olvidar a Quesada, Sorí, Pestana, al “loco” Jose García, el "guajiro"  Reinaldo Torres, a Moisés Becerra, Rogelito, los “Mejicanos”, Mursulí, Meño, el “gordo” Meneses, Tony Joaquín; "Pipí, el aura"; Juan Carlos "el Curda", Castillo "Dos Cañones"; Celuma, los Roche.

Tampoco olvido a Minervino, Burucho, los Brunet, al “Gallego” Herrán, Cortés, Segundo Guzmán, los Yera, Nicolás, Amador o al doctor Valle. Mario "Funanga", Jose "Bemba", Donis, "Paquito" Gracia, mi ex cuñad; los Santana. "Justico" Marín, Angel "Pajarito" -que por cierto eshombre- los "Nene" ("Peseta", "Tres Kilos" Holy Holy) Osva y Rene Ramírez, "Guyen Sun", los hermanos Portieles, "Popy" Ortiz, Evy; el "Chino" Euclides, El Chino del Parque de la Caridad, "Juvito"; Orange Marrero, Albertico Marín, (como el hermano era marinero, conocí los primeros discos de los Beattles que trajo de un viaje) Tata Jiménez. Iván, Roberto Jiménez, Jorge Valdés y Tito su hermano,Ufffffffffff,   entre muchos y muchos  más que todavía veo casi a diario.

Algunos han fallecido, varios recientemente, como Pestana, René Sorí, Albertico Marín,  Tito, Castillo, Moisés Becerra y otros que más nunca he vuelto a ver o he visto poco y muchos que no nombro porque sería interminable la lista de acólitos a “El Platanal”  con quiénes perdí todo contacto mucho antes de cumplir los veinte.

 El parque era centro de los “Santiago” –carnavales espirituanos- donde tuvimos el alto honor de disfrutar del arte popular de Mundamba o de Emilito Neira  -las dos figuras más emblemáticas de la época- de sus comparsas, de los disfraces.

Desde aquí partíamos hacia las áreas de baile: Plazoleta Camejo, después llamada Hanoi; la de Sobral, al Platanal de Bartola, Colón o hacia un lugar oscuro dónde darnos dos o tres besos con alguna “chiquita” hasta llegar a la casa con tremendos dolores testiculares.(¡No es como ahora!) Entonces condón era mala palabra.

  Con esta sección pretendo saldar una deuda con quienes  alguna vez tuvieron un significado en aquella  parte tan importante de mi vida y ¿Por qué no? En la de ellos. Muchos ni tan siquiera compartimos las mismas ideas, pero lo importante es que piensen como piensen están aqui´, para siempre, en mi corazón. Dejemos que predomine el amor y los buenso recuerdos, base fundametal para las relaciones humanas  más puras.

Nos vemos en otro comentario sobre personas, lugares o hechos que volveré a compaetir con ustedes para navegar a través del recuerdo en momentos inolvidables de nuestras vidas. Trataré también de recorrer a través de esta sección por todos los municipios de la geografía espirituana)


Francisquito... ¿qué hora es?

Francisquito... ¿qué hora es?

Prieto, prieto como el carbón, carga basura y no es carretón, no es reloj y da la hora... ¡¿Quién es?!”

¡Claro que sí! ¡No se ha equivocado! Si usted es espirituano, se encuentra en cualquier parte del mundo y tiene más de treinta años, por supuesto que acertó al descodificar el nombre del personaje de esta adivinanza.

De autor desconocido, forma parte - como los refranes- del gracejo popular que caracteriza al cubano y que en esta ocasión definió certeramente a uno de los hombres más pintorescos de la villa del espíritu santo, conocida por su nombre en latín: Sancti Spíritus, cuarta ciudad fundada por los conquistadores españoles, ubicada al centro de la isla de Cuba.

Francisco Polanco Guerrero. ¿Qué raro?... Nunca le dijeron Pancho o Paco, sino que todos le conocían por ese diminutivo con el que el pueblo le llamó siempre: Francisquito, así, en familia.

Algo curioso. A todos estos personajes siempre se les conoce por un sólo nombre y si decimos en la vieja ciudad del Yayabo el patronímico que adorna el inicio del párrafo anterior nadie sabría de quién se trata, sin embargo, con la segunda opción sí: Francisquito.

Siempre le conocí longevo. (¿Habrá nacido viejo?) Nunca vi a nadie, ni a los más osados muchachos del barrio, burlarse o faltarle el respeto a este humilde negro que a pesar de su saco al hombro y ropa sucia y raída inspiraba el venerable respeto de los ancianos.

PRIETO, PRIETO COMO EL CARBÓN

Así era Francisquito, “prieto, prieto como el carbón”, de frente muy amplia y de pasa (pelambre) blanca. Sus ojos me parecen que eran claros. Su cara surcada por no sé cuántas arrugas y su mandíbula muy pronunciada, adornada por sólo dos dientes inferiores y ninguno en la parte superior...

De paso muy lento, caminaba arrastrando los pies. Nunca estaba apurado, pues siempre el tiempo le sobraba.

“CARGA BASURA Y NO ES CARRETÓN”

A Francisquito se le veía siempre con su enorme saco al hombro, tocando las puertas de las casas para pedir algo de comida a cambio de botar basura. Sin embargo, a nadie se le ocurría pensar que fuera un mendigo.

Si no había basura no aceptaba el condumio. Era una posición digna que él asumía para indicar que era capaz de ganarse el sustento de cada día, pero con su esfuerzo, en esa original forma que había escogido.

“NO ES RELOJ Y DA LA HORA”

Y llegamos al hecho que más caracterizaba a Francisquito. Era algo inaudito. Causaba asombro generalizado, incluso en aquellos que cada día le veíamos pasar por las añejas calles espirituanas y le hacíamos la cotidiana pregunta: “Francisquito, ¿qué hora es?”.

Con extraordinaria puntualidad daba la respuesta que muchos confrontaban con su cronómetro y para sorpresa de los visitantes coincidía con los más exactos equipos de bolsillo o pulsera. ¡Era increíble, no se equivocaba!

Los escépticos decían que se guiaba por el sol, pero la luna también era testigo de las inverosímiles respuestas de Francisquito.

Otros expresaban que tenía un reloj por alguna parte, pero nunca nadie lo vio con tal artefacto.

Un día dejó de deambular con su inconfundible figura por las calles espirituanas y entonces le veíamos con tremenda pulcritud a través de las cercas del Hogar para Ancianos del Paseo Norte, respondiendo la inseparable pregunta.

Allí, tranquilamente, falleció este hombre que, apadrinado por Cronos, hizo del tiempo su razón de ser fundamental.

Ramón, el cojo... o sencillamente Ramón

Ramón, el cojo... o sencillamente Ramón

-¿Ramón, cuántas novias tienes?
- Diecisiete, respondía Ramón.

-¡¿Y maridos!?
-¿Cooooomo, qué va, yo soy un hombre?, señalaba falsamente molesto y alarmado.

Por dónde quiera que pasara esas eran las preguntas claves que acompañaban a Ramón, hechas fundamentalmente por niños que a pesar de recibir siempre idénticas respuestas, no se cansaban de escucharlas en la voz del carismático discapacitado.

Ramón tenía un encanto peculiar. No sé cómo se las arreglaba para estar en cualquier parte. Todas las calles de Sancti Spíritus lo conocían de memoria. Diariamente los cuatro puntos cardinales de la cuarta villa eran recorridos por Ramón en irrepetible prueba de resistencias.

No se imagine un robusto atleta de tricolor vestimenta entrenando para alguna competencia nacional o internacional. Nada de eso. Ramón era todo lo contrario, aunque sí había similitud con un deportista de alto rendimiento: su constancia y vitalidad.

Ramón era un negro, muy negro, de estatura pequeña. Ojos bien grandes que abría desmesuradamente en su cotidiano conversar. De dientes blancos, muy blancos, que relucían en su extraordinaria sonrisa. Parecía como si tuviera más dientes que lo normal. Y sonreía, casi siempre sonreía... pero eso sí, sus carcajadas eran contagiosas, estridentes... ¡Y de pronto se quedaba serio, muy serio! Para volver a la hilaridad constante otra vez.

Una sola de sus piernas tenía valor de uso. La otra no le faltaba, pero era muy corta y doblada hacia atrás. Parecía un elemento ornamental, pues para nada la podía utilizar. Ramón no usaba dos, sino una muleta que manejaba magistralmente auxiliado por un bastón.

No vayan a pensar que tenía endilgado el patronímico de Ramón, el cojo, ni mucho menos, ¡qué va! No hacía falta. Todos sabían que lo era pero... nada de Ramón, el cojo. ¡Para qué reiterarle tanto su impedimento! Era sencillamente Ramón y todos le identificaban. ¿Sus apellidos Fernández Pina? Tampoco hacían falta. ¡Sólo Ramón!

Tenía una poderosa fuerza magnética para los niños. Siempre estaba rodeado por ellos, o... por nosotros, pues también fui de los que coreó a Ramón. ¡Y algo muy importante! Jamás le escuché decir malas palabras o utilizar una ofensa para nadie. Era ejemplo de bondad, respeto y buen carácter.

Sentado en una acera, rodeado de niños, decía sus hiperconocidas adivinanzas.

-Oyeeeee, Ramón, ¿cuándo te vas a aprender otra? Se quejaban algunos, pues siempre eran las mismas adivinanzas. Sin embargo, paradójicamente, cuando quería ampliar su repertorio, entonces le hacían repetir las mismas de antes.

Pero Ramón no sólo se caracterizaba por sus excelentes relaciones con los infantes, sino que era punto fijo - como decimos los cubanos- en todos los mortuorios y entierros que acontecían en la ciudad. Era como un símbolo de relación o ansias de quedar bien con el principio y el fin.

Desde hace algunos años falta la necesaria presencia de Ramón por las calles espirituanas. Una caída lo inutilizó por largo tiempo y según sus familiares lo consumió la nostalgia al no poder estar como siempre, recorriendo la ciudad del Yayabo con su coro de niños buscando la respuesta de las novias, diciendo sus mismas adivinanzas o en su singular compañía con los viajeros del camposanto.

Cundío: el dueño del central Uruguay

Cundío: el dueño del central Uruguay Hay cubanos y cubanas que tienen tan enraizado el sentido de pertenencia de su centro de trabajo que en ocasiones lo humanizan tanto que lo consideran como parte inseparable de su familia. En el central Uruguay, de Jatibonico, en la central provincia de Sancti Spíritus encontramos a Cundío, un obrero azucarero excepcional.

UNA INDAGACION

Si preguntamos en Jatibonico por Francisco de Paula Rabí, todos nos mirarán extrañados, pues dónde único aparece registrado este nombre es en los documentos oficiales, "… incluso hasta en mi CDR, creo que tampoco está, pues cuando he donado sangre o en la guardia, el nombre que aparece es por el que me conocen todos: Cundío"

Y una muestra que atestigua la anterior aseveración de este hombre es que cuando peguntamos en su cuadra por su apelativo real nadie supo darnos referencia, sin embargo "… si ustedes dicen que se trata de un negrito bajito que conversa mucho, le regala caramelos a los niños y que todos los días va al central, en zafra o no zafra, llueva truene o relampaguee, entonces enseguida le van a decir: ¡Ah, sí! ¡Ese es Cundío!"

UN POCO DE HISTORIA

El Uruguay es uno de los centrales azucareros de mayor capacidad de producción de azúcar en el país. El año anterior festejó el centenario de su primera zafra. Sólo unos tres lustros después de esa arrancada se estrenaba en el mundo el llanto de Cundío, confundido con el pitazo del ingenio.

"Claro que mi llanto era un lamento. Imagínate el ambiente de miseria que había en aquellos tiempos para los pobres y si eras negro, peor. O sea, que yo vine a agravar la pésima situación de mi familia"

Generalmente en Cuba y otros países de habla hispana a los Franciscos les dicen Paco o Pancho, sin embargo, no existe antecedente en otro lugar del mundo que a los que llevan ese nombre les endilguen el apodo de Cundío.

"Eso de Cundío me viene porque yo en mi barrio jugaba mucho a los escondidos –juego tradicional infantil- y casi nunca me encontraban y cuando alguien preguntaba por mí, decían: "Ta´condio" (por está escondido) y desde entonces se me quedó para siempre ese apodo".

¡CASI SETENTA ZAFRAS SIN JUBILARSE!

Desde hace sesenta y ocho zafras (¡consecutivas!) el central azucarero jatiboniquense observa a la pequeña figura de Cundió incursionar por sus entrañas, y nada de paso lento y deprimido. Paradójicamente, a este hombre el tiempo le hace más flexibles las articulaciones y su andar es tan ligero como el de cualquiera de los cientos de jóvenes que laboran en la industria, de los cuáles siempre está rodeado.

"Yo no puedo estar un solo día sin venir al ingenio, haya o no haya zafra. Cuando no lo hago parece que me falta algo. Es parte de mi vida y lo siento tan mío como mi propia casa. La Revolución nos hace sentir dueños de todo esto".

Confiesa que no tiene intenciones de jubilarse, no obstante ser el trabajador azucarero en activo más antiguo del país.

"¿Jubilarme? ¡De eso nada! Yo me siento muy fuerte todavía para aportarle mi granito de arena a la sociedad. Me siento saludable. Fíjate que en mis 86 años he visitado solamente una vez a un médico, con eso te lo digo todo. Si algún día me jubilo, será cuando lo haga Fidel, y por cierto ¡Hay Comandante en Jefe para mucho rato! "

Rafael Daniel

Pomés: el hombre de los mil lápices

Pomés: el hombre de los mil lápices Nadie sabe la fecha exacta de cuándo se generalizó el uso del lápiz, ese pequeño utensilio que acompaña a todas partes a quiénes tienen la dicha de saber y poder usarlo.

Unos dicen que en los años 1700, otros mucho antes, pero lo cierto es que el lápiz o su pariente cercano el bolígrafo, son elementos inseparables de una buena parte de los seres humanos, aunque podrían ser muchos más.

Según dicen los textos, los primeros lápices se fabricaron en Inglaterra con el grafito de la minas de Borrowdale, descubiertas en mil 564, pero que su presentación en sociedad fue en mi 791 por un carpintero alemán.

Sin embargo, cerca de 900 millones de personas en el mundo hoy desconocen su uso a consecuencias del analfabetismo... No obstante, es una herramienta vital para la totalidad de los cubanos, incluso para los niños.

UN COLECCIONISTA SUI GENERIS

Muchas personas se dedican a coleccionar sellos, afición a la que se denomina filatelia. Otros lo hacen con las monedas, inclinación a la que se nombra numismática. ¿Pero, cómo se llamaría a la devoción por los lápices? En realidad que no lo sé, pero, aunque pocos, sí existen los devotos a recopilar lápices.

Este es el caso de Jorge Pomés Paltrés, economista de la Empresa Provincial Exhibidora de Películas, de Sancti Spíritus, quién desde el año 1958 tiene como hobby esta ocupación que “... la comencé siendo muy joven durante un viaje que hice a España. Un primo mío tenía esta afición y me habló de ella en términos muy interesantes. Entonces, me gustó, me decidí y hasta los días de hoy”

A través de la colección de este descendiente directo de peninsulares hispanos, se puede hacer un breve recorrido por la historia, desde unos muy pequeños de principios del siglo pasado que se utilizaban para anotar las piezas de las parejas comprometidas en lo bailes u otros del año 1959, con mensajes revolucionarios, entre ellos alegóricos a la Reforma Agraria con la foto de Fidel y en otros grabados con tablas de productos o calendarios, hasta unos de goma, adquiridos recientemente, tan maleables como la cuerda de una suiza. Se pueden apreciar muchos, de diversas épocas, con variadas formas y tamaños.

A la afición de Pomés se ha unido su familia, como su esposa e hijo, quienes le ayudan en la ardua tarea de clasificar cerca de mil tipos de lápices. Desde distintas partes del mundo amigos conocedores de su inclinación se los envían a Pomés, como unos con el escudo de su equipo preferido de fútbol: el Barza.

“Tengo amigos en muchos países y como conocen mi afición, me los hacen llegar y así he podido integrar lápices de infinidad de lugares. Una buena parte de ellos los denomino raros, por sus variadas y caprichosas formas y usos más diversos”, precisa Pomés.

Ahora su afición se amplia y desde hace algún tiempo colecciona también bolígrafos, los parientes cercanos del lápiz y que unos once millones de cubanos tenemos la dicha, no sólo de conocer, sino de usar, uno y otro, como algo muy cotidiano. (Rafael Daniel)

¡Pichirilo ...! ¡Nada más, simplemente Pichirilo!

Una entrevista inconclusa con uno de los personajes más pintorescos de la vieja ciudad de Sancti Spíritus

Para varias generaciones de nativos de Sancti Spíritus, ciudad colonial ubicada al centro de Cuba – a unos 400 kilómetros de La Habana-  el apelativo de Pichirilo es tan familiar como la iglesia Mayor,  el puente Yayabo o el teatro Principal. Así, sin más nombre ni apellidos, ¿para qué?

¿Edad? ¡Quién sabe! ¿Viejo? ¿Joven? ¡No sé! Parece que es inmortal ¡Sí! ¡Todo el mundo muere menos él! Es como si hubiera concertado un pacto infinito con la vida. Siempre lo hemos visto igual, delgado,  con la misma sonrisa. De mirada quizás soñadora y su inseparable guitarra que - como  novia vitalicia- le acompaña continuamente en sus cuitas.

Parece que tuve el alto honor de ser el primer  periodista que entrevistara al “Pichi”, como le dicen algunos cariñosamente a esta legendaria figura que adorna, -¿por qué no?- las agradables postales de personajes espirituanos

Lo vimos sentado en el parque  Serafín Sánchez. Sonreía. Al parecer chismeaba con alguno de los imaginarios personajes que siempre le acompañan en  su constante autocomunicación, pues, - aunque sólo - siempre se siente escoltado. Quizás una amante... o... ¿Quién sabe? No obstante,  todos le saludan, cuando pasan por su lado, con ese “Pichy”  cargado de muestra de afecto e intimidad familiar.

Rasgaba la guitarra y se ponía a cantar sus  mejores  -siempre las mismas - melodías rancheras: “...de piedra la cabecela,  la mujer que a mí me quiela, ha de quelelme de vera... ayayay... corazón ¿poque no amas?...”

Frente a él, acariciando el  contén de la acera, se encontraba aparcado su inseparable “carrito”   de tracción humana, cargado de los más inimaginables “tarecos”, producto de su demencial costumbre de recoger cualquier cosa, útiles o no.
Me acerqué y me observó extrañado. Miró hacia un lado como pidiéndole permiso al imaginario interlocutor. Debajo del  fino bigote enseñó sus dientes  y me regaló la mejor de las sonrisas. Siempre sonríe. Ya no es cómo antes, ahora su vestir, aunque no elegante, es pulcro.
Periodista: ¿Dónde naciste?
Pichirilo:   Creo que en el repalto Esclibano.
                  ¿Cuándo?
                 Fue en julio poque había calnavale.
               ¿Día y mes. Año?
                No sé, ademá, ¿pa´ que quiero sabelo?
                Hace tiempo vives en el Hogar de Anciano. ¿te quieren mucho?
                Palece que sí, pero mo me impolta.
               ¿Por qué?
                Poque si no me quielen, yo tampoco lo quielo a ello. Y si me quielen, lo quielo
               ¿...?
               (silencio)
              ¿...?
             (más silencio)
              
Nada más pude sacarle, ni aplicando todas las habilidades de este preguntón  oficio. De vez en vez miraba hacia un lado y movía la cabeza en gesto de desaprobación y con  la mano derecha le indicaba  al otro: espérate.. Obviamente tenía deseos de que  me fuera y dio por terminada la entrevista. Nada más. NI siquiera una foto.
 Y allí le dejé sonriendo con su imaginario interlocutor. Quizás le pedía disculpas por  el involuntario abandono. Mientras me alejaba observé que me miraba despectivamente como  diciéndole:  “Caramba, que difícil es tratar con estos locos”.
                                               
 Rafael Daniel