¡Cuba: ahí en el sitio que le pertenece!
¿Quién lo iba a decir? ¡América Latina y Asia dueñas del Clásico Mundial de Béisbol! A la poderosa maquinaria estadounidense se le trabaron los engranajes y se quedaron sin asistir a la fase semifinal de San Diego, a no ser que deseen disfrutarlo desde las gradas, por lo que a muchos escépticos y eruditos se les hicieron trizas todas sus predicciones. Sólo el conjunto quisqueyano -uno de los grandes favoritos- está ubicado en el sitio vaticinado, sin embargo, también sorprendieron, pues para una buena parte de los entendidos sería la ofensiva su principal carta, pero se invirtieron los papeles y el pitcheo ocupó su lugar más impresionante, cálculo que estuvo reservado –con aparente razón- para Venezuela, representación también destinada a un fallido cálculo al ser eliminada de la ronda final.. Pasaron cosas realmente inverosímiles para la mayoría y entre ellas que un equipo excluido de la última fase como México eliminara al conjunto norteamericano del certamen, tras apagar el brillo de las superestrellas “.grandesliguistas”, quiénes se fueron como el perro que tumbó la lata, después de anotar una triste y solitaria carrera. Estoy convencido que los dominicanos sintieron inicialmente la ausencia de Alex Rodríguez, uno de sus principales ídolos por su –aparente- condición latina, pero fueron capaces de desmentir la teoría de los imprescindibles y jugaron con garra hasta imponerse como todos esperaban, al igual que tampoco necesitaron de los servicios de Pedro Martínez para ubicarse en el pináculo del certamen. Los especialistas daban por seguro el enfrentamiento final entre República Dominicana, Venezuela, Estados Unidos y Japón, conjuntos que acaparaban la atención mediática por su reconocida calidad en el béisbol rentado. Cómo hay traseros trabados después de haber sido trabados por la puerta, como decimos los cubanos en parecida frase popular algo menos elegante. Pocas veces han ocurrido pronósticos tan desacertados en los que la subestimación de los contrarios ha sido la nota más discordante, incluso algunos hasta se lo creyeron y miraban por encima del hombro a quiénes a fuerza de corazón se enfrentaban a los de salarios millonarios. El deporte cubano ha demostrado su valía a pesar de la indiferencia de muchos entendidos que no se explicaban las pretensiones de un equipo integrado por aficionados –así lo expresaron- ante tantas luminarias. Una buena parte vaticinaban para los representantes de la mayor de Las Antillas el más rotundo de los fracasos. Para nadie es un secreto que la participación cubana le ha dado brillo al Clásico, no obstante la negativa inicial por burdas y groseras razones políticas, del Gobierno Norteamericano y hasta de algunos mal nacidos en Cuba como el tristemente célebre político yanqui Díaz Balart, quien se cansó de proponer sustitutos para suplir la posible ausencia de la nación caribeña. Pero afortunadamente la realidad ha sido otra y Cuba está ahí en el grupo de los verdaderamente grandes, en el prominente sitio que con tanta dignidad se ha ganado. Aquí cabe perfectamente la consigna de Eduardo Chivás, ese prominente político cubano de los cincuenta: Vergüenza contra dinero. Ahora, el pueblo cubano espera impaciente a sus peloteros, listo para ofrecerles el agradecido abrazo con el que se recibe siempre a los héroes y otorgarles el mayor estímulo con el que se premia a quiénes defienden en cualquier parte del mundo la enseña tricolor con la estrella solitaria al regresar a la patria con la medalla moral de la dignidad. Rafael Daniel
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