Libros nuestros de todos los días
Ser cultos para ser libres, diría el Apóstol José Martí y esa es la razón de ser y premisa fundamental de los principios en que se sustenta la Revolución Cubana, que tuvo sus inicios en la Campaña de Alfabetización y que ahora se consolida con la Batalla de Ideas en una sociedad de letrados con un nivel promedio de escolaridad superior al duodécimo grado Mientras para millones de hombres y mujeres en el mundo es quimérico conocer apenas las letras y en otros ni tan siquiera lo es porque ni se imaginan la existencia del abecedario, en Cuba se produce un interesante fenómeno social: el síndrome de la lectura y del saber humano. Cerca de la décima parte de la población cubana está integrada por graduados universitarios y millones de personas de todas las edades - desde niños hasta los abuelos- asisten a las aulas. No son muchas, por no decir ninguna, las editoriales de países del tercer mundo - e incluso del primero- que se arriesgarían a desarrollar Ferias del Libro fuera de las capitales o de las grandes ciudades sin temor al fracaso, al aludir una lógica justificación: ¿Quién les leería? y por tanto ¿Quién les compraría? El éxito de una actividad como esa descansa únicamente en el cumplimiento de la máxima martiana expresada anteriormente. Entonces nos damos cuenta del porqué esta edición de la Feria Internacional del Libro, verdadera fiesta de la literatura, salió de La Habana, inunda pequeñas o grandes ciudades e incluso hasta zonas rurales de las montañas, con idéntica notoriedad a la que tuvo en la digna capital caribeña. La avidez por la lectura llega a todos, sin distinción de edades. Cada cual busca el tema predilecto, lo encuentra y en múltiples ocasiones otros que despiertan su interés aparecen de manera inesperada. Se dan casos en que la pesquisa de un título se multiplica en el encuentro de otros. Mientras para millones y millones de habitantes del planeta habrá una expectativa de poder descodificar las letras hasta bien avanzado el actual siglo –según el dudoso criterio de algunos- otros millones y millones desconocen siquiera las esperanzas de poder hacerlo -por absoluta ignorancia- sin embargo, en la mayor de las Antillas el libro es parte sustancial, fundamental, del acontece cotidiano, Rafael Daniel
0 comentarios