La satanización: arma mediática de los imperialistas
Por Rafael Daniel
Paulatinamente y desde hace varios años los países del sur de América han dejado de ser el traspatio de los Estados Unidos, algo totalmente inexplicable para los tanques pensantes que rigen los destinos imperialistas.
Esa dura realidad para los enemigos de los pueblos conlleva a estrategias con el objetivo de desacreditar a quiénes no cumplen con sus mandatos hegemónicos.
El desprestigio y la satanización de los líderes populares es una de sus armas preferidas, práctica esgrimida desde los tiempos de la guerra fría con la Unión Soviética y el desaparecido campo socialista y, por supuesto, Cuba no escapó ni escapa a feroces campaña desacreditativas.
Recordamos como en los primeros años de la Revolución arremetieron contra la familia cubana cuando amedrentaban a las madres con atrocidades absurdas, tales como que le iban a quitar a sus hijos para lavarles el cerebro en Rusia y allí surgió la brutal y despiadada Operación Peter Pan, mediante la cual se enviaron miles de niños solos hacia Estados Unidos y muchos de ellos fueron blanco de desgarradoras realidades que van desde disímiles maltratos, violación, prostitución hasta la esclavitud infantil. (Yo casi fui una de esas víctimas)
El Comandante en Jefe Fidel Castro ha sido uno de los líderes más demonizados, junto a otros dirigentes de la Revolución a quiénes se les atribuyen diabólicas acciones.
Muchas personas que vienen por primera vez a Cuba se asombran con la tranquilidad ciudadana que reina en la mayor de La Antillas en contraposición con la burda propaganda de los medios en sus países de origen, incluyendo los libelos que publican esas falsedades por Internet.
La avalancha mediática se lanza ahora contra los mandatarios latinoamericanos que han pasado la prueba de fuego en elecciones libres, transparentes, democráticas, al modo que preconizan los históricos rivales del mundo, pero con limpieza comprobada y absoluta.
Correa, Lula, Dilma, Cristina, Daniel, Lugo, Evo y Chávez, entre otros, han sido involucrados en hechos y acciones difamatoria con el único objetivo de desacreditarlos. La guerra mediática contra todo el que “le huela la boca a ajo”, como decimos los cubanos, es cruel e infame.
Arremeten contra todo, hasta con infelices argumentos que por suerte ya no logran hacer mella en las mayorías, aunque haya incautos que se dejan engañar.
Por ejemplo, a pesar de la transparencia del proceso electoral venezolano, Chávez sigue siendo un “dictador antipopular”, no obstante su triunfo electoral gracias a los millones que votaron por él en contraposición con la también alta cifra que lo hizo por Capriles, quien goza de la preferencia de la oligarquía proimperialista y tenía a su favor la enorme potencia de la fuerza mediática en contra de la reelección de su virtuoso y carismático rival.
Es muy posible que los norteamericanos (Léase EE.UU) hayan dejado cesante de sus cargos a la enorme cantidad de tanques pensantes, quiénes ganan enorme sumas de dinero sólo por aportar ideas y fórmulas en aras de mantener la hegemonía imperialista en el planeta.
Pero repito parte del comienzo de este trabajo pues desde hace varios años los países del sur de América han dejado de ser el traspatio de los Estados Unidos, por tanto, permítanme utilizar una frase, tal vez inapropiada, pero que resulta muy eficaz en Cuba: “Se cogieron el (….) con la puerta”
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