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Día de los enamorados en Cuba, no del amor y de la amistad.

Día de los enamorados en Cuba, no del amor y de la amistad.

Por Rafael Daniel

Hay tradiciones que se imponen y otras surgen espontáneamente de acontecimientos que se trasmiten de generación en generación, válidos en uno y otro caso porque en ambos participa activamente el pueblo.

Muchas tradiciones han surgido de la habilidad de los comerciantes con la finalidad de promover y vender sus productos y han hecho de fechas significativas momentos ideales para estimular la venta de sus mercancías.

En múltiples ocasiones parten de hecho históricos o sentimentales de indudable trascendencia y son elementos aprovechado por los mercaderes en aras de elevar su perfil financiero, lo que, por cierto, no está mal.

Así ocurre con el Día de las Madres que tiene su génesis en la antigua Grecia y que posteriormente se trasladó a diversos países y el más reciente es el del Día de los padres que surge el 19 de junio de 1909 en Estados Unidos, cuando una mujer llamada Sonora Smart Dodd quiso homenajear a su padre, Henry Jackson Smart.  

En 1966 el presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación que declaraba el tercer domingo de junio como Día del padre en Estados Unidos, según lo publicado en Wikipedia y así se celebra también en casi toda Hispanoamérica.

En Europa se conmemora el 19 de marzo, día de San José, padre de Jesús.

En todos los casos se estimulan los regalos, algo previsto con el nombre de Marketing Estacional, en el que se aprovechan las fechas especiales para incitar las ventas y aunque no sea la mercadotécnica su origen si es aprovechada con fines comerciales.

Sin embargo hay tradiciones que se acaban para sustituirlas por otras, principalmente por copiarse de otras naciones o por la influencia que hoy tiene internet  en la mentalidad de los seres humanos.

Así de esta forma. Desde hace algunos años,  se mató la tradición del Día de los enamorados para los cubanos,  y se ha sustituido por el foráneo Día del amor y de la amistad y hasta los medios de comunicación se han hecho eco de estrangular la sublime significación del único día del año que le pertenecía a la pareja.

No se trata de un día cualquiera, se trata del día en que los amantes se demostraban y,  por suerte,  aún se demuestran, ese puro e inigualable sentimiento que no tiene más ningún día que el 14 de febrero, aquella fecha que nos recuerda a San Valentín, aquel cura ejecutado en Roma un 14 de febrero del año 270 por el único delito de hacer felices a las parejas.

Si ya la amistad tiene sus días en el mundo por qué eliminar entonces la pureza del Día de los enamorados en Cuba.

Por ejemplo:  “El 3 de mayo de 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 65/275 decide designar el 30 de julio Día Internacional de la Amistad. El 3 de mayo de 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 65/275 decide designar el 30 de julio Día Internacional de la Amistad.”

Entonces celebremos el Día de la amistad en el séptimo mes del año y dejemos libre al 14 de febrero como la demostración de amor de la pareja y de sus frutos.

 

Mi encuentro con Fidel entre batas blancas en Fomento. Historia de una foto.

Mi encuentro con Fidel entre batas blancas en Fomento. Historia de una foto.

Histórica foto junto a Fidel durante un recorrido por Fomento. Con gafas,frente a él,  estoy entrevistándolo para la televisión cubana

Por Rafael Daniel 

Quizás la foto que aparece en esta crónica haya sido la más difundida entre las pocas que poseo de mis encuentros con el Comandante en Jefe y la que más se ha posicionado.

Sin embargo, nunca he narrado el porqué de mi presencia allí, ¿dónde fue?, ¿quiénes nos rodean? ¿ qué lugar ocupa esta entrevista entre las que pude hacerle al máximo líder de la Revolución Cubana y una de las personalidades más reconocidas, hasta por los enemigos, en el siglo XX  y en los inicios del XXI?

UN POCO DE HISTORIA

Casi nunca se habla de la importancia del Escambray, no Guamuhaya, nombre aborigen que se perdió con la guerra, ni de Fomento en la vida guerrillera del Ché,  pues si no existieran en su historia guerrillera estos históricos sitios, hubieran sido muy diferentes los acontecimientos que antecedieron a la victoria de Santa Clara.

Fomento fue la primera ciudad liberada por el Che el 18 de diciembre de 1958 y el primer territorio libre en el centro de Cuba, sucedido por Cabaiguán, el 22 y Sancti Spíritus el 23, por cierto, la metrópoli más importante tomada por las fuerzas rebeldes hasta ese momento.

Precisamente las montañas de Fomento fueron las más recorridas por el Guerrillero Heroico en su peregrinar rebelde durante la invasión y allí creó el Frente de las Villas, también rector del Frente Norte, comandado por el insigne Comandante Camilo Cienfuegos.

A unos pocos kilómetros de esta pequeña ciudad se encuentra Manacas Rensola,  verdadera Comandancia de las tropas de Ernesto Che Guevara –no Caballete de Casa-  y donde se planearon muchas de las acciones acometidas por los guerrilleros hasta lograr la victoria final en el centro del país, sin necesidad de llevar la invasión hasta el occidente.

Después del triunfo revolucionario Fomento continuó en el centro de la atención emotiva del Ché y fue el primer municipio en declararlo Hijo Adoptivo, el 8 de febrero de 19  59, exactamente a un mes de la entrada de Fidel en La Habana y un día antes de adquirir su nacionalidad cubana.

HACIA LA HISTORIA DE LA FOTO ENTRE BATAS BLANCAS CON FIDEL EN FOMENTO

Todos estos breves antecedentes encumbran la importancia histórica de Fomento, donde hoy la obra de la Revolución se observa en sus más amplias dimensiones.

De unos pocos médicos  -sobraban los dedos de una mano para contarlos-  que había en Fomento al triunfo de la Revolución a los poco años sus áreas montañosas y urbanas comenzaron a colmarse de batas blancas, al ser uno de los primeros del país en incorporar los Médicos de la Familia y se transformaba el paisaje serrano y urbano, con los consultorios que albergaban al galeno y a la enfermera de a comunidad.

Incluso, el objetivo fue más allá pues también se vinculaban los estomatólogos a la novedosa manera de llevar la salud al seno de la población. El blanco se convirtió  en el símbolo de infinidad de personas que circulaban por las calles  y hasta en las más intrincadas zonas del montañoso municipio. Era como un verdadero ejército, pero sin los necesarios fusiles de ayer, sino armados con voluntad altruista y al cuello los estetoscopios,  característicos en la indumentaria galena.

 Ya no era necesario que la vanguardia analizara el terreno para un combate, sino que ahora cubren terreno para prevenir enfermedades y contribuir a mejorar la calidad de vida de sus congéneres. 

 Precisamente esa es la génesis de la foto que nos ocupa, pues ocurrió en un momento en que el creador de este movimiento de la salud, de recorrido por la central provincia cubana de Sancti Spíritus, decidió incluir a Fomento en su programa para visitar a quienes se han consolidado como fervientes símbolos de lo más dignificante de la obra revolucionaria, tanto en Cuba como en el extranjero.

 Allí, frente a la nueva y resplandeciente clínica dental de Fomento entablé mi primer diálogo con el Comandante en Jefe, cuando respondió solicito a nuestro interés coloquial, y nos dio una verdadera disertación de los objetivos esenciales del Médico de la Familia y del prominente futuro de la medicina cubana, hoy convertido en realidad, no obstante el criminal bloqueo imperialista.

 Ahora vienen a mi mente aquellos galenos que integraron el primer ejército  de batas blancas en Fomento,  muchos de ellos internacionalistas y convertidos  en notables profesionales en las más disímiles especialidades, incluyendo, por supuesto, la de Medicina General Integral.

 Fue a finales de la década del 80 y nunca olvido aquel  primer contacto coloquial con Fidel que iniciamos, como sería siempre, con la respetuosa frase de: ¡Permiso, Comandante!

 

 

 

 

 

 



Nuestro canal de televisión: un regalo de Fidel

Nuestro canal de televisión: un regalo de Fidel

Momento de la entrevista con Fidel en Banao que dio lugar al nacimiento de la televisión en Sancti Spiritus. Estoy con gafas y la camisa a cuadros

Por Rafael Daniel Foto de GARAL

Yo no recuerdo de niño, ni tan siquiera de adolescente que hubiera en la década del cincuenta un televisor en ninguna casa de mis familiares y mucho menos en la mía, donde un viejo radio “filip” adornaba con su omnipotente presencia uno de los rincones de las humildes casas donde residí.

Allí con la oreja bien pegada escuchábamos los "culebrones" radiales, La aventuras, de Leonardo Moncada, Los Tres Villaobos y los domingos a Rafles, el ladrón de las manos de seda, con el carismático Mr. Chang. La bocina medio rajada emitía más "graznidos" que sonidos radiales.

Recuerdo que yo iba con mi madre a ver las telenovelas y programas, como El palo encebado o Jueves de Partagás, entre otros, a la casa de una señora que se llamaba Nicolasa y cuando esta se mudó, pues se hizo de una nueva casa al sacarse la lotería;  cambiamos el “cuartel” para la vivienda de un vecino nombrado Bernardo.

El televisor se convertía en un verdadero problema para quienes lo tenían pues sus salas eran invadidas desde horas muy tempranas por un numeroso grupo de personas que se acomodaban como podían en cualquier lugar de la habitación  y muchas veces hasta los propietarios se quedaban de pie y tenían que buscar un taburete en la cocina para sentarse.

¡Y qué decir de los fines de semana con la pelota! Cuando nos mudamos para la calle Agramonte se veían los programas nocturnos en la casa de Amada López, pero la pelota era en la morada de Julieta Cobos, a unas tres cuadras de mi casa. No había más ningún televisor a la redonda.

Los Muñequitos y Patrulla de Caminos, durante los mediodías, en la casa de Mario Marín, en la calle San Joaquín, a uno cinco cuadras de la mía y soportar las pesadeces de sus hijos Osvaldito y Orlandto Marín Faría, quienes eran unos " bofe",  aunque al paso del tiempo son excelentes amigos míos.

Había personas que cobraban algo por el derecho de ver la televisión para compensar en algo el pago de la electrcidad, el televisor  comprado a plazos o como un tributo por invadir su privacidad.

Para entonces yo veía a quienes trabajaban en la tele como figuras inalcanzables que por sus dimensiones eran  seres sobrenaturales. Por mi mente nunca pasó que yo pudiera ocupar espacio alguna vez en esos medios. Vaya…¡Ni pensarlo! Y mucho menos tener algún rol protagónico en su desarrollo en el territorio espirituano.

¡Quien me lo iba a decir!... Yo, un Don Nadie, que sería amigo de personalidades como Manolo Ortega, Antonio Pera, Eddy Martín o Héctor Rodríguez, por mencionar a algunos de los más significativos en el controvertido mundo de la noticia, ni que sería guionista y realizador de radio y televisión.

Después de esta necesaria introducción, vamos al objetivo fundamental de este trabajo:

 LA TELEVISIÓN QUE NOS REGALÓ FIDEL A LOS ESPIRITUANOS.

A finales de la década del setenta del siglo pasado,     sin  proponérmelo y sin sueños previos, me veo enrolado en la televisión escribiendo los textos de las películas que se filmaban en cine para los espacios informativos de la Televisión Cubana. Tanto a camarógrafos procedentes de La Habana como de otras regiones hasta que se decidió por las autoridades de la provincia comprarle una cámara vieja de cuerda a Pepín Camellón para que la operara.

Posteriormente vino el mundo del vídeo y se instituyó Telecubanacán en Santa Clara para las tres provincias centrales. Casi en los inicios de la corresponsalía de Sancti Spíritus sustituí al perodista Orestes Ramos quien comenzó como titular. O sea,  durante muchos años tuve que dar constantes viajes desde Sancti Spíritus a Villa Clara para editar y enviar las informaciones para La Habana.

Mi condición de único corresponsal de la televisión en este territorio me propició dar cobertura a muchos eventos significativos que acontecían aquí y por supuesto, todas las visitas importantes, incluyendo las de nuestro Comandante en Jefe.

A principios de la segunda mitad de los años noventa, Fidel realiza un recorrido por la Empresa Banao, para el cual no estaba previsto que participara la prensa, sin embargo, a última hora se decide que vayamos hacia esa entidad agrícola para tomar algunos detalles del periplo de Fidel por allí, pero cuando llegamos ya se encontraba reunido con la autoridades afines a la entidad.

Sólo nos quedaba esperarlo fuera y tratar de abordarlo para indagar sobre los objetivos y otras interioridades de su visita. Así lo hicimos, esperamos y nos concedió la entrevista. Lejos estaba de imaginar que aquella acción periodística llegaría a formar parte de la historia de los medios de difusión en la provincia.

Cuando le hago la primera pregunta al Comandante, me doy cuenta que mi viejo equipo de grabar video no estaba funcionando. ¡Imagínense aquello! Fidel ya había iniciado el diálogo y aquel tareco paralizado, como si la sola presencia del Líder Histórico de la Revolución lo hubiera impresionado. Le di tres o cuatro golpes fuertes a la grabadora de video tape hasta que respiré profundo cuando me di cuenta que ya estaba andando. Fueron solo segundos y me parecieron horas.

Por supuesto que Fidel se dio cuenta del engorroso detalle. Al ´término de la entrevista me preguntó:

-Están malos los equipos ¿Verdad?

Le respondí sobre los años de explotación de la técnica y cuando le dije que editábamos en Santa Clara, comentó acerca de los gastos innecesarios en los que incurríamos.

Pensábamos que todo terminaba allí, pero con ese nivel de captación y preocupación por las cosas más elementales que le caracterizan, cuando iba de viaje hacia la provincia de Villa Clara, le preguntó al entonces Primer Secretario del Partido Comunista en Sancti Spiritus Pedro Saez Montejo sobre su interés de hacer aquí una televisión territorial y le sugirió algunos proyectos para su implantación.

Poco más de un año después, Sancti Spíritus se convertiría en la primera provincia de nueva creación del país en tener un canal de televisión, el que fue inaugurado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz el 13 de agosto de mil 998,  interpretado como un regalo del Comandante en Jefe al pueblo espirituano.

Nunca pensé que el angustioso  mal momento de aquella entrevista tuviera tan preponderante resultado.

 

 

 

 


“Yo sería incapaz de discutir con el Comandante en Jefe”, me dijo en una ocasión Alberto Juantorena.

“Yo sería incapaz de discutir con el Comandante en Jefe”, me dijo en una ocasión Alberto Juantorena.

PorRafael Daniel

Corrían los inicios de la segunda mitad de la década del 70, período de los grandes éxitos del “Elegante de las pistas” Alberto Juantorena, cuando ocupó los cintillos de todos los diarios del mundo por sus récords  y hazañas en los Juego Olímpicos Montreal 1976.

Ya contaba con el favoritismo de los 400 metros, evento en el que se impuso con récord, sin embargo, nadie esperaba su victoria en los 800, carrera muy diferente y en la que los pronósticos le daban las principales esperanza al  belga Ivo Van Damme y al estadounidense Rick Wolhutter, entonces plusmarquista mundial.

Alberto no sólo clasificó para las finales sino que en menos de 24 horas, inconforme con el oro, con tiempo de 1:43.50, logró una marca mundial y envió al belga para la medalla de plata y al norteamericano para el bronce. De esta manera conquistaba otro récord histórico no muy mediático, al ser el primer atleta del mundo que lograba imponerse en ambas distancias en unos Juegos Olímpicos, pues la primera corresponde a la velocidad y la segunda al medio fondo, por lo que sus estrategias son muy diferentes.

A partir de ahí comenzaría su relativamente corta, pero gloriosa carrera deportiva dentro de los anales del atletismo internacional.

Como todos los amantes de deporte en Cuba me convertí en un gran admirador de Alberto Juantorena. Entonces yo no sabía que con el tiempo iba a considerarme su amigo, porque amigo no sólo es quien comparte contigo asiduamente, sino que también lo es aquel que te reconoce siempre que te ve,  te da un abrazo y te trata de una manera afable.

Entonces yo no sabía el significado del nombre ALBERTO, porque si no hubiera justificado muchos de sus triunfos en las pistas y en la vida personal y profesional. Alberto es un nombre de origen alemán significa ¡Vean esto! Hombre famoso con brillo y nobleza.

No es extraño entonces que ese patronímico sea el de muchos famosos como el del científico  Albert Einstein, del ciclista Alberto Contador, del cantante Alberto Cortés y del no menos famoso Alberto Aguilera, conocido en el mundo del escenario como Juan Gabriel o del escritor Alberto Vázquez, entre muchos otros.

UN CONSUMADO FIDELISTA

Cuando Alberto Juantorena fue entrevistado por diversos medios de prensa del mundo tras su resonado triunfo en Montreal 76 no dudaba para decir que dedicaba sus logros a la Revolución Cubana y al Comandante en Jefe, algo que repetía constantemente al concluir cada competencia como muestra de agradecimiento por su formación deportiva y personal.

En esos años de la segunda mitad de la década del 70, me desempeñaba aún como profesor en la Escuela Pedagógica Rafael María de Mendive de Sancti Spíritus, pero a la vez, desde hacía algún tiempo, había iniciado mi carrera periodística como corresponsal deportivo y obrero.

Por mis resultados destacados el Departamento de Propaganda de la dirección provincial de deportes, que encabezaba Arístides Ramos, me designa para hacer la cobertura en La Habana para los medios provinciales del evento élite del atletismo en Cuba: Barrientos in Memorian.

¡Imagínense! Época de oro del atletismo de pista en Cuba. Vería correr en los 110 con vallas a Alejandro Casañas o en los 100 al desafortunado bólido Silvio Leonard, en los 400  o en los  800  a  Alberto Juantorena Danger, entre otros.

Grabadora en ristre me fui para La Habana. Llegué al estadio Pedro Marrero, antigua Tropical y, por cierto, sin credencial, pues  los corresponsales voluntarios no nos acreditaban. Había que jugársela para ocupar algún sitio preferencial. Por suerte conocí a Freddy Balzán, corresponsal de Prensa Latina en Venezuela quien “me tiró un cabo” y pude entrar al terreno.

Al poco rato de estar en el estadio llegó Fidel. ¡Tremenda sorpresa! Se sentó, casi recostado sobre la hierba y desde allí disfrutó de toda la competencia, aunque visiblemente su atención se centraba en Alberto Juantorena y por supuesto, él se robaba la atención de los presentes, sobre de todos de aquellos que muy poca veces habíamos estado cerca del Líder Histórico. ¡Lo tenía allí, muy cerca,  a unos diez metros de mí! Lo veía gesticular, opinar, compartir criterios! Su sola presencia era suficiente para darle el valor de alta intensidad a mi noticia para la Emisora Radio Sancti Spíritus, para la Rado W y el periódico Vanguardia de Villa Clara, aún no existía el Escambray.

El momento cumbre para el interés del Jefe de la Revolución era la carrera - 400 metros-  de Alberto Juantorena.

El “Elegante de las pistas” no arrancó bien y su principal rival –creo que era un jamaicano- tomó una buena ventaja. Todos observábamos la competencia, pero no podíamos ignorar las reacciones de Fidel, quien al inicio puso rostro de preocupación, pero le fue cambiando casi inmediatamente. Más o menos a mediados de la pista, el fabuloso corredor apretó el pasó. Sus enormes zancadas hacían exclamar de satisfacción al graderío y… ¡Qué decir del Comandante en Jefe cuando le vio entrar a la meta victorioso y con una holgada ventaja!

Alberto Juantorena se dirigió hacia dónde estaba el Presidente Cubano como para dedicarle su triunfo, como siempre hacía. Les vimos conversar, quizás sobre la estrategia de la carrera. Fidel, emocionado, gesticulaba, mientras el prominente atleta le respondía.

Por respeto, no nos acercamos hacia el lugar donde se encontraban. Yo no era un periodista profesional y mi sagacidad entonces no era tanta como  para intentar interpelar al máximo Líder de la Revolución Cubana.

Junto a ellos se encontraba otro coloso del deporte: Teófilo Stevenson.

Terminada la conversación de Fidel con Juantorena, abordé al corredor fuera de serie y le pregunté sobre los pormenores de la carrera y si su desarrollo correspondía a una estrategia, entre otras lógicas interrogantes sin embargo, mi novatada me llevó a hacer la pregunta que nunca debí formular: “¿Sobre qué temas discutías con el Comandante?”

Me miró con cara de pocos amigos -al menos así lo sentí- y me dijo algo más o menos así: “Yo conversaba con Fidel  ¡Yo nunca discuto  ni discutiría jamás con el Comandante en Jefe” Esta frase, cargada de respeto y amor por el indiscutible líder continental lo resumiría años más tarde cuando conoció de su desaparición física: “Siempre tendré una eterna deuda de gratitud con Fidel… Con él, viví momentos especiales y conté siempre con su apoyo… Lo recuerdo como si fuera ahora, sentado a mi lado en el Pedro Marrero en 1977, cuando estuve lesionado y no podía competir, y por lo primero que se preocupó fue por mi salud… Fidel es inmenso, todo humanismo y su ejemplo es inmortal”.


El día en que compartí la tribuna con Fidel

El día en que compartí la tribuna con Fidel

Por Rafael Daniel

La primera vez que estuve junto al Comandante en Jefe no fue precisamente en mis funciones reporteriles, sino cuando me desempeñaba como profesor en la Escuela Pedagógica Rafael María de Mendive,  a mediados de la década del 70 del siglo pasado.

Como buen “comecandela” –así le decían entonces a quiénes no teníamos visibles perspectivas de desarrollo - incursioné por disímiles trabajos desde estibador,  ayudante de albañil, “hale” pellejos en estado de descomposición para fabricar piensos y rodé tanques de media tonelada en la licuadora Mártires de Chorrera a la que le decían Tankaje, dónde la pestilencia era tan grande que a veces se sentía a kilómetros de distancia, ¡Imagínense dentro!

Esas labores las compartía con mis actividades de artista aficionado en la música y el teatro. En los últimos años de la década del sesenta, siendo muy joven aún, me incorporé al grupo de teatro aficionado Los Bufones que dirigía voluntariamente Pablo Dalmau,  quien entonces era trabajador del combinado alimenticio Río Zaza.

Algunos lectores dirán: “¿Y esto que tiene que ver con el momento en que estuvo en la tribuna con Fidel?”.

¡Pues sí, si tiene que ver!

Durante varios años constituimos unas brigadas artísticas que durante las zafras azucareras cortábamos caña por el día y les ofrecíamos actividades a los macheteros  por las noches en sus campamentos, en una labor totalmente altruista,  pues no cobrábamos nada ni por una cosa ni por la otra.

Ello propicio que fuera seleccionado nuestro grupo teatral en el año 1968 o 1969 para participar en lo que se denominó, la Caravana Ejemplar de la Juventud,  que se trasladaría en tren desde Pinar del Río hasta Santiago de Cuba para participar en las actividades por el 26 de Julio.

Nuestra misión era ofrecerle actividades culturales a los caravanistas durante el viaje. Imagínense,  yo “comecandela” por excelencia, nunca imaginé esto: ¡Ser elegido en un grupo tan selectivo para participar en un 26! Nunca lo había imaginado en mis tiempos de “jodedor” por el parque Serafín Sánchez y -en algunas ocasiones-  hasta vago, que iba a tener tan alto honor y lo más relevante de todo era que iba a estar allí, en un lugar prominente, junto a Fidel.

Viajamos hasta La Habana y después de estar dos días en la capital, casi al salir para Pinar dl Río, nos comunican que había que reducir la plantilla del grupo para hacer el viaje -no sé por qué razones- por tanto a Dalmau no le quedó más  remedio que escoger entre los que teníamos papeles menos protagónicos en la obra El Velorio de Pachencho,  en la que yo no tenía ningún rol fundamental por lo que me vi en “la calle” ¡Y así mismo fue! Por tanto perdí mi primera vez de compartir espacio con Fidel. Nos dijeron que nos consideráramos caravanistas porque habíamos sido seleccionados, pero… no era igual.

AL FIN EN UNA TRIBUNA CON FIDEL

Varios años después me hice Instructor de Teatro y posteriormente me desempeñé como maestro de educación primaria y roté por varias escuelas en la ciudad de Sancti Spíritus: Panchito Gómez Toro, Serafín Sánchez, Mártires del Granma y retorné a Serafín Sánchez.

Ya no era el “comecandela”  de antes, aunque tanto en las funciones teatrales como del magisterio lo hacía de manera empírica, como todo lo que he hecho hasta ahora, incluso el periodismo.

A mediados de la década del setenta del siglo pasado comencé a trabajar como profesor de Español, Literatura y Lingüística en la Escuela Pedagógica Rafael María de Mendive, gracias a la recomendación de mi buen amigo Félix Pestana, ya fallecido, quien, no obstante mi empirismo, confió en mí y no lo hice quedar mal.

Habían transcurrido sólo unos seis meses y fui seleccionado como uno de los profesores más destacados entre las tres escuela pedagógicas del centro del país, o sea, la Manuel Ascunce, de Santa Clara, la Conrado Benítez, de Cienfuegos y la Mendive, de Sancti Spíritus.

Este importante logro laboral y profesional permitió que fuera seleccionado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y las Ciencias para participar en las actividades por el Primero de Mayo en La Habana y compartir la tribuna con Fidel, junto a los más prominentes hombres y mujeres de la clase obrera cubana.

Al fin, mi sueño se había hecho realidad y nada más y nada menos que compartiendo la enorme tribuna que, escoltada por el conjunto escultórico a Martí, nos hacía vibrar de emoción la  presencia de su principal y más fiel discípulo.

Todavía no me lo creía y me preguntaba para mis adentros: “¿Qué hago yo aquí entre todas esta personas?” A mi lado los mejores macheteros de la nación, Héroes del Trabajo, los innovadores más distinguidos del país, los artistas más prominentes y yo allí, entre ellos, me sentía fuera de ambiente, empequeñecido, rodeado de tanta gloria.

Y lo más importante. A sólo unos paso de mí ¡Fidel! Imponente,  con su brazo extendido moviéndolo de un lado a otro en señal de saludo  a la multitud que, como siempre,  lo aclamaba. De vez en cuando miraba la larga marcha a través de unos binoculares.

Al fin puede compartir espacio con el hombre más importante del siglo veinte cubano, una de las figuras más prominentes de la Historia de América. Fidel, nombre que marca el inicio de los cambios políticos acontecidos, no sólo en nuestro continente sino en una buena parte del mundo. Y yo, aquel indolente joven que fue un “comecandela”, por primera vez a su lado, sin imaginar que en un futuro tendría otras oportunidades, pero de lo que sí estaba convencido era de que estaría junto a él en aquel momento y… por siempre.


Fiestas navideñas y de fin de año en Cuba celebrando el Triunfo de la Revolución

Fiestas navideñas y de fin de año en Cuba celebrando el Triunfo de la Revolución

Tomado del periódico Granma

(En la edición del 17 de diciembre del 2016 el peridico Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba, publicó el siguiente trabajo sobre los festejos de Navidad y de fin de de año)

Orgullo de cubanos

El aniversario 58 del triunfo de la Revolución se conmemorará en todo el país con júbilo, optimismo y confianza en el futuro de la Patria.

Porque son miles las razones para celebrar estos 58 años de victorias, los cubanos conmemoraremos un nuevo aniversario del triunfo de la Revolución y esperaremos con confianza en el futuro el advenimiento del año 2017.

Fidel, ese corazón palpitante que nos conduce siempre a la superación de los obstáculos, a enfrentar los retos y alcanzar nuevos logros, es también una razón para celebrar con júbilo y optimismo, la obra inmensa que he­mos creado todos juntos.

Estos días de diciembre, vestidos con el he­roísmo de quienes a finales de 1958 dieron las batallas decisivas que nos condujeron al enero victorioso, tendrán asimismo la marca de todo un año de trabajo y creación. Es por ello que serán jornadas de reconocimiento al esfuerzo del pueblo y de homenajes a los héroes y mártires de la Patria que hicieron posible el sueño colectivo, que continuamos tejiendo a fuerza de amor y empeño.

El 1ro. de enero es orgullo para los cubanos, y volverán las banderas a nuestras ca­lles, a los centros de trabajo, de estudio, a las comunidades y pueblos.

Será ese el preámbulo para acoger el día 2, en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, la Revista Militar y marcha del pueblo combatiente, la cual está dedicada al aniversario 60 de la fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, al desembarco del yate Gran­ma, al aniversario 58 del triunfo de la Revolución, y que servirá de homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y a la juventud cubana.

Son muchas las razones que nos llevan a expresar alegría en estos días que se acercan, porque en ellos también está la derrota a la ignorancia, el 22 de diciembre de 1961, en que Cuba fue declarada Territorio Libre de Analfabetismo. Una hazaña del pueblo guiado por su líder y que ahora llega a sus 55 años, con el justo homenaje a tantos educadores que continúan ese legado.

Se trata de otro fin de año con nuevas ex­pectativas y metas de trabajo, con ferias po­pulares y agropecuarias, como ya es tradicional, así como el reforzamiento de la red gastronómica y otros servicios en todas las provincias del país.

No faltarán las actividades festivas en los centros recreativos (cabarets, restaurantes, círcu­los sociales y otros), que se mantendrán como de costumbre, así como las que se organizan en áreas públicas.

En todas ellas participará el pueblo que habita este archipiélago, el mismo que se com­prometió a llevar adelante la obra y el pensamiento de Fidel y que lo conducirá, con cada enero, en caravana libertaria por toda la nación, hacia la victoria, siempre.

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Mi inesperada entrevista con Fidel en los Juegos Panamericanos del 91

Mi inesperada entrevista con Fidel en los Juegos Panamericanos del 91

Por Rafael Daniel

Nunca pensé en toda mi vida profesional,   periodista de una pequeña  provincia cubana como Sancti Spíritus, ubicada al centro de Cuba, que alguna vez tendría la posibilidad de cubrir un evento de tanto nivel como los Juegos Panamericanos ´91.

En mis años juveniles fui un asiduo practicante de muchos deportes desde el béisbol, como es lógico; el fútbol, el atletismo, el básquet, el volibol, las pesas, el tenis de mesa, el tenis de campo,   hasta las artes marciales, como el kárate-do, disciplina a la que me dedique ya pasado los treinta años.

En ninguno brillé, o mejor dicho, en casi todos era pésimo, pero al menos me dieron la posibilidad de ser conocedor de cada uno de ellos, sobre todos de sus reglas y otros elementos necesarios para convertirme en un aficionado integral, algo que aún perdura. Todo ello también permitió mis favorables resultados cuando fui Corresponsal Voluntario Deportivo

Sin embargo,  no conocía nada acerca de un deporte que se estrenaba en los Juegos: el  boliche, los bolos o el bawling, como le conocen otros.

En la ciudad de Sancti Spíritus se construyó a principios de la década del noventa la primera bolera con pista múltiple del país, donde entrenaba la preselección nacional –casi todos de Sancti Spíritus-  con vistas a los Juegos Panamericanos. Destacados bolicheros venezolanos, principalmente de Guarena Guatires, ofrecían su apoyo a los cubanos.

Allí se efectuaron varios eventos de confrontación por lo que en mi condición de Corresponsal de la Televisión Cubana tuve que hacer varias coberturas y de pronto me convertí en un amplio conocedor de esta disciplina.

Como corresponsal fundador del Noticiero Nacional Deportivo comencé a enviar reportes de los bolos para ese espacio, lo que me dio la posibilidad de ser uno de los periodistas de provincia, seleccionado para participar en los juegos continentales de 1991 en La Habana.

¡De veras que nunca lo hubiera soñado! ¡Yo como protagonista en unos juegos Panamericanos! ¡Y mucho menos pensar la inolvidable experiencia que vendría después!

Éramos muy poco los del interior del país que nos encontrábamos en funciones periodísticas en el certamen: recuerdo a mi buen amigo,  matancero Nelson Barreras, fallecido en un accidente en Bolivia; al cienfueguero Primitivo González  y al holguinero Quevedo

 MI INESPERADA ENTREVISTA CON  FIDEL.

La impecable bolera de Plaza se estrenaba con sus flamantes 24 pistas en los Juegos Panamericanos. Durante varias jornadas cubrí el evento y vi como los cubanos, todavía inexpertos en estas lides, caían unos tras otros en ambos sexos, dando paso a los países con más fuerza, hasta imponerse para las finales  los fuertes equipos de México y Estados Unidos.

En una  jornada vespertina se discutirían las medallas. En ocasiones anteriores el Comandante en Jefe había asistido a varios eventos en los que participaban atletas cubanos. Los corresponsales extranjeros se asombraban de los vítores, aplausos y el repetitivo ¡Fide, Fidel! ante cada presencia del líder histórico. Muchos de esos reporteros no tenían nada que ver con el deporte. Era el año 1991, a inicios del duro período especial y por tanto muchos tenían la misión de sus respectivos medios de reportar las primeras “demostraciones populares” contra la Revolución Cubana.

¡Nuevamente su trasero se hacía trizas contra la puerta! (Como decimos los cubanos con otras palabras  menos elegantes)

A unos minutos de comenzar la final del boliche, un gran alborozo indicaba que algo inusual sucedía. Un enorme y largo aplauso inundó la instalación y a los pocos segundos aquel glorioso nombre repetido, como un coro ensayado por todos: ¡Fidel, Fidel, Fidel!.

Para sorpresa mía allí estaba el invicto Comandante en Jefe. Desde hacía varios días no había aparecido en público por lo que algunos medios extranjeros hicieron  conjeturas satánicas, anunciándole las más diversas y maléficas patologías y hasta su deceso.

Él sólo había asistido hasta ese momento a eventos dónde participaban atletas nacionales, sin embargo, en esta final no había ninguno y el boliche, por cierto, no es un deporte muy reconocido entre los cubanos.

Pero lo cierto es que Fidel estaba allí, sentado en la primera fila,  ubicada en un nivel de unos dos metros de altura sobre el nivel de la pista.

Me hice el propósito de entrevistarlo y así se lo di a conocer al camarógrafo Juanito Villota, ya fallecido. Di la vuelta y me situé en una parte cercana a la cancha. Llegar hasta allí me costó un regaño de los imprescindibles escoltas de Fidel, quienes me pedían que me retirara de ese sitio por razones lógicas de seguridad.

Retrocedí unos pasos. Me encontraba a unos veinte metros del Jefe de la Revolución. Le advertí a Villota que mantuviera la cámara encendida. Desde allí emití una voz que se escuchó en toda la bolera:

-¡Permiso, Comandante!

Fidel me miró y exclamó:

-¡Si!

-Quisiera conversar con usted.

-De qué órgano, me dijo.

-Televisión Cubana, le respondí

-Venga, me dijo.

Avancé hacia donde se encontraba Fidel, pero como me encontraba al nivel de la pista, tuve que dar un pequeño salto y quedar colgado de un brazo al muro para acércame a él. Al comenzar el diálogo alguien se me acercó por detrás y me puso algo donde pude acomodar mis pies.

Durante casi quince o veinte minutos estuve entrevistando a Fidel. Me habló sobre el desarrollo del deporte en Cuba y de muchas de las cosas que se hicieron para desarrollar estos Juegos en una etapa difícil económicamente para el país.

También opinó sobre el incipiente desarrollo deportivo en América y sobre todo ponderó las perspectivas de Brasil y México en el contexto continental, algo en que el tiempo le ha dado, como siempre,  la razón.

Cuando terminamos la entrevista, nos fuimos enseguida para el Canal Panamericano en la sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión, ICRT. Allí contactamos con Danilo Sirio,   principal autoridad del canal  y con Daniel Diez, quien dirigía la emisión en esos momentos.

De inmediato se hicieron todas las gestiones técnicas de rigor y se trasmitió la entrevista, la que fue reiterada en varias ocasiones y transmitida por diversos medios internacionales.

Para mi beneplácito personal y profesional esta fue una de las únicas entrevistas que ofreció el Comandante en Jefe durante los Juegos Panamericano en La Habana, pero tiene además el valor histórico de que muchas de las cosas enunciadas por Fidel se convirtieron en realidad cuando por primera vez Cuba alcanzaba el primer lugar en los juegos continentales, con diez medalla de oro por encima de  Estados Unidos y superando ampliamente a Canadá, Brasil y México, ocupantes por ese orden de las siguientes posiciones.


Reaniman comunidades del municipio de La Sierpe

Reaniman comunidades del municipio de La Sierpe

Por Rafael Daniel

Otras comunidades del municipio de La Sierpe en su cumpleaños cuarenta, reciben los beneficios de la reanimación y ya se supera ampliamente el centenar de asentamientos rejuvenecidos en la provincia durante  los últimos dos años.

Por la histórica zona del Consejo Popular de El Jíbaro, se iniciaron  las actividades de reinauguración de las obras retocadas, muchas de las cuales muestran mejor presencia que en sus orígenes.

 Aunque fueron mejoradas las  instalaciones de los más diversos sectores en los asentamientos de El Jíbaro, Recurso, La Ferrolana, Boquerones y Brígido,  las de la Salud y Educación fueron muy favorecidas.

  El pequeño hospital jibareño cambio notablemente su imagen y fue dotado de nuevos elementos, vital para el mejoramiento de la atención a la población. El gabinete dental, por ejemlo, ubicado en este centro se ha transformado  totalmente.

La casa de una de las Médicas de la Familia, resultó muy favorecida en la reanimación, al poseer todos los requerimientos mínimos para la satisfacción de su vida en el hogar, el que en ocasiones se convierte en una prolongación de su consulta.

La escuela de El jíbaro  estaba en muy malas condiciones lo que perjudicaba la relación de aprendizaje entre alumnos y maestros. Las instituciones partidistas, gubernamentales y empresariales con el apoyo popular fueron clave para la nueva personalidad  del centro.

Mientras la escuela de La Ferrolana  siempre ha mantenido una buena imagen  por el sentido de pertenencia de sus trabajadores, pero ahora su estado constructivo es aún superior.

El legado de Fidel está hoy más presente que nunca en cada una de estos sitios de La Sierpe, situado en el lugar preciso por donde entro la Caravana de la Libertad a Sancti Spíritus.  En dos años se han  reanimado en la provincia más  de un centenar de asentamientos poblacionales, fundamentalmente en  zonas rurales y del Plan Turquino.