¿Libertad y democracia en Cuba?, por Rafael Daniel
En recientes incursiones por facebook y otras redes sociales hemos participado en algunos debates, discusiones o intercambios de opiniones -como quieran llamarle- sobre el controvertido criterio de libertad y democracia. Muchos de ellos muy respetuosos a pesar de que no compartamos la misma ideología.
Sin embargo, varios de esos, muy traídos y llevados juicios, poseen el calcado lenguaje de los años sesenta o de los peores períodos de la denominada guerra fría, concepto que aún se mantiene vigente, no sólo para desprestigiar a Cuba, sino contra los países del ALBA, encabezados por la República Bolivariana de Venezuela y su presidente Hugo Chávez Frías, hasta cualquier nación que no se rinda a los designios del “todopoderoso” Imperio..
Entre los argumentos más esgrimidos se encuentra el de la falta de libertad y el de la democracia, conceptos esgrimidos por los países imperiales para maltratar o quebrantar la determinación del resto de la humanidad.
Algunos, hablan de la falta de derechos de los cubanos a viajar, a pensar, a elegir de manera “democrática” a sus mandatarios o si en Cuba hay esclavitud, de los crímenes que a cada instante comete el castrismo con el pueblo, entre otras repetidas barbaridades que tienen el único propósito de mancillar el prestigio de la Revolución y ejemplifican con las “bondades” que, en ese sentido, tiene el modo de vida capitalista o "americano" , incluso, hasta el gentilicio nos lo robaron.
Todo parece indicar que estos energúmenos que así se expresan o son analfabetos políticos o viven en el pueblo y no ven las casas, como decimos los cubanos cuando queremos precisar que no hay peor ciego que el que no quiera ver.
Otros son menos hirientes, tienen su modo de pensar diferente al nuestro –ese es su derecho- pero no exponen sus ideas de manera agresiva, sino que son proclives al entendimiento civilizado, independientemente de su concepción acerca del sistema social de preferencia.
Ahora, para esos pendencieros de poca monta, tenemos respuestas para categorizar nuestras fidelidad al proyecto social que hemos escogido la inmensa mayoría de los cubanos, aunque mi ánimo no es polemizar, pero no evado el debate.
Para nadie es un secreto que la aparente libertad de expresión forma parte del juego democrático de los Estados Unidos, sin embargo, los grandes medios de comunicación norteamericanos -a los que se suman otros de las más indignas denominaciones políticas en el Universo, incluyendo los europeos, dominan para ejercer su macabra influencia sobre la opinión pública nacional y mundial en aras de los intereses del sistema capitalista.
Por otra parte, también esgrimen el derecho a la libertad de viajar.
Ahora bien… ,¿puede un ciudadano norteamericano viajar a Cuba cuando lo desee? ¡Claro que no! Y si lo hace se arriesga a ser penalizado con grandes sumas de dinero y hasta se expone a la cárcel.
Incluso, el gobierno de Estados Unidos ha impuesto restricciones a los cubanos residentes en la poderosa nación imperial para viajar a su país de origen con el objetivo de visitar a sus familiares
Estados Unidos es la mayor potencia económica mundial y, por ende, ciudadanos de las más disímiles nacionalidades le escogen para intentar soliviantar sus crecientes necesidades. No obstante, mantienen una feroz persecución contra los indocumentados y centenares de personas, son masacradas, por ejemplo, en la frontera con México, donde el contrabando humano alcanza caracteres insospechados.
Sin embargo, por razones de “politiquería barata” los cubanos gozan de privilegios con sólo tocar el suelo norteamericano a través de la denominada Ley –asesina- de Ajuste Cubano. ¿Es esto libertad?
Otros expresan abiertamente su defensa y adhesión a retornar los métodos “democráticos” del pasado. Al modo de los tristemente célebres politiqueros de la república neocolonial, a la manera del tirano Batista y sus testaferros, donde predominaba la compra de votos, los asesinatos y el pueblo se encontraba sumido en las más absoluta miseria: Miles de niños morían víctima de moderadas enfermedades prevenibles y el analfabetismo afectaba a más del 60 por ciento de la población del archipiélago.
Pero… ¿Volver a esos métodos “democráticos” será parte de la solución de nuestras divergencias? ¡Claro que no! Gobernantes como Hugo Chávez, en Venezuela, Rafael Correa, en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua, entre muchos otros gobernantes latinoamericanos han sido elegidos a través del pluripartidismo y por los sistemas de tradicionales elecciones concebidos en la democracia burguesa representativa, sin embargo, siguen siendo catalogados como dictadores -¿saben qué es un dictador?- blancos de las más burdas y criminales agresiones por parte de los gobiernos de turno de los Estados Unidos, por el único delito de no obedecer el mandato prepotente de la gran nación del dólar y sus acólitos europeos.
¿Han olvidado los intentos de golpes de Estado a Chávez, a Correa, los continuos embates de desestabilización en Bolivia, Nicaragua, Paraguay, entre otros?
¿O es que acaso el gobierno de Selaya en Honduras, no fue elegido a la manera que quieren imponernos a nosotros los cubanos? Allí también estuvo presente la agazapada acción de los EEUU.
A otro pez con ese anzuelo. Los cubanos tenemos nuestra propia democracia –participativa- que se demuestra en más de un millón de universitarios, -Cuba tiene once millones de habitantes- centenares de miles tienen un nivel medio superior, decenas de miles ofrecen su ayuda a otros países del mundo y en esta pobre nación cursan estudioso superiores miles de jóvenes sin recursos del mundo, incluso hasta de los Estados Unidos, entre otras conocidas y reconocidas acciones para el beneplácito popular.
Miles de cubanos que habitan en el exterior viajan todos los meses a la Isla y gozan de total respeto por parte de las autoridades y el pueblo, incluyendo a personas residentes en Estados Unidos, a quiénes, como hemos dicho antes, es el Gobierno USA el que les impide un acercamiento más continuado con su familia. No conozco ningún caso que por el sólo hecho de ser un “exiliado” haya tenido la más mínima molestia.
¿Es acaso libertad las injustas, monstruosas y largas condenas a nuestro Cinco Héroes prisioneros en Cárceles del Imperio por el simple hecho de defender la integridad de su país de origen de las agresiones de organizaciones terroristas radicadas en suelo yanqui? A ninguno se le pudio comprobar un solo hecho que perjudicara la integridad de los Estados Unidos.
¿Es acaso concepto de libertad y democracia que en el país que se proclama como el mayor defensor de los Derechos Humanos y modelo para el gran imperio europeo, se muevan libremente por sus calles terroristas como Orlando Bosh, Luís Posada Carriles y sus acólitos, confesos de infinidad de crímenes, como la vil voladura de un avión de Cubana en las costas de Barbados?
¡Ah! ¿Que nuestra sociedad no es perfecta? ¡Si, no es perfecta! ¿Qué se han cometido errores?¡Si, también es verdad, se han cometido muchos errores, muchísimos! Sin embargo, cuando comparo un sistema social con el otro, cuando los pongo en una balanza, no me cabe la menor duda de que el que hemos escogido la mayoría de los cubanos es el mejor y… mis respetos para quiénes no compartan este criterio, pues, como dice un viejo adagio popular “para gustos se han hecho los colores” y no pretendo que todos se adhieran a mis conceptos, pero, por favor, hagámoslo de una manera civilizada y profundicemos muchos más en qué es realmente libertad y que es la muy manipulada y controvertida democracia.
1 comentario
Juan Manuel Llera Marin -
En primer lugar quiero decirte, que en todos los foros que existen en internet, en los que se trata el problema cubano, existe un grupo de participantes que se caracterizan por no decir nada concreto y limitarse a proferir insultos contra aquellos que mantienen una postura contraria a sus intereses personales, porque lo que son ideas, no tienen ninguna. Esta intransigencia se manifiesta en todas las direcciones, y son una muestra de ese tipo de extremismo que se utiliza con el propósito de cubrir sus propios pecados. No es propio de quienes se empeñan en manifestar sus preferencias políticas, recurrir al insulto cuando resulta evidente que les faltan suficientes razones para fundamentar su punto de vista sobre el tema que se esté discutiendo. Por mi parte, siempre que me han tratado de insultar, como ha sucedido, siento que más me asiste la razón en lo que pienso y digo.
Otro aspecto a tener en cuenta en estos casos, es el hecho de estar convencido de que nunca tenemos el 100% de razón cuando apreciamos un suceso y que, por tanto, aquel que se nos opone, tiene también parte de razón en lo que dice. Lo importante siempre es ser coherente y honesto con uno mismo y respetuoso con su interlocutor. Eso es fundamental, para poder intercambiar puntos de vista diferentes y fortalecer, enriqueciendo, con las enseñanzas recibidas de los oponentes, nuestros puntos de vista sobre los graves problemas que normalmente se tratan en esos foros.
Concretamente y sobre tu artículo, te hago las siguientes observaciones:
Lo más importante es reconocer que tenemos un problema, y que todos debemos estar preocupados y dispuestos a hacer todo lo que resulte necesario con tal de resolverlo y salir adelante. El problema lo tenemos en Cuba y por tanto, hay que resolverlo en Cuba y entre todos los cubanos. Quizás la mayoría de nuestros conciudadanos no tengan conciencia de cual es la magnitud que alcanza el mismo, y piensen que solo se limita al aspecto económico, sin darse cuenta que a partir del problema económico, se derivan problemas políticos y sociales de magnitudes similares, y que la búsqueda de una solución efectiva es algo verdaderamente complicado y que acarreará un sacrificio muy grande a todo el pueblo, que lo tendrá que soportar para retomar la marcha hacia el progreso y el bienestar colectivo. Pero hay muchos escollos que sortear en el camino, que se pueden convertir en obstáculos insalvables, en correspondencia con la forma en que se enfrentan de forma general.
Te preguntarás ¿Qué tiene que ver esto con mi artículo? Te aseguro, Rafa, que mucho.
En primer lugar, si el enfoque que damos a nuestros principales problemas seguimos vinculándolo con la actitud que mantiene el gobierno de los EE.UU. respecto a Cuba, jamás encontraremos el camino que debemos seguir en el proceso de recuperación que tanto necesitamos. Siempre que se han tratado los principales casos considerados como violaciones a nuestros derechos fundamentales, el discurso oficial ha sido el de justificarlo con la beligerancia con que el gobierno de los EE.UU. ha tratado el tema cubano a lo largo de este medio siglo. Aunque a lo largo de ese tiempo, el gobierno cubano se haya sentido amenazado, no creo que sea suficiente justificación para privarnos a todos de su disfrute, aunque nadie se percatara de lo que esto significaba y que, por el contrario, manifestara su apoyo incondicional a la dirección revolucionaria en el poder. Con este multitudinario apoyo, nos creímos que se legitimaban esas violaciones y hasta hoy las estamos padeciendo todos. No podemos tapar el sol con un dedo, reza el viejo refrán, y esto tiene una actualidad tremenda, y vigencia absoluta, cuando hablamos de estas cosas.
Los cubanos hemos disfrutado durante décadas de una tranquilidad envidiable. El estado revolucionario nos acostumbró a que él decidiera por todos y cada uno de nosotros, en todos los asuntos que eran de nuestra incumbencia individual o colectiva, como si fuésemos un pueblo en una eterna pubertad. Nos acomodamos a tenerlo todo resuelto y hasta reclamamos cuando pensábamos que nos tocaba más
A partir de esta realidad, ¿Qué importancia podía tener disfrutar de todos los derechos contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Pues la experiencia histórica dice que cuando se sobrepone la seguridad al disfrute de los derechos ciudadanos, se corre el riesgo a quedarse sin lo uno y sin lo otro. Desgraciadamente, para muchos, esto de derechos humanos pudiera parecer algo baladí, cosa de poca monta e incluso de ninguna importancia para el desarrollo de la vida, y se equivocan.
Quisiera tener la preparación que tú tienes, para abordar el tema que sigue a continuación, porque sé que es la piedra angular que causa tanta irritación entre nosotros los cubanos. Si me aventuro a explorar este camino, lo hago confiado en que expreso mis puntos de vista con total honestidad y sobre todo con hondo respeto hacia ti y hacia todos los que pudieran tomar conocimiento de lo que afirmo.
No hay nada como vivir en libertad. Lo contrario es encontrarse condenado a vivir eternamente en contra de la razón y la propia naturaleza. Pero desgraciadamente, el disfrute de la vida en libertad es algo relativo, tan relativo, que algunos plantean que el disfrute de la libertad es algo irreal, por cuanto, las preocupaciones y carencias que enfrentamos en nuestra vida, es un lastre que limita dicho disfrute. Otros confunden la libertad con el libertinaje e incurren en una violación del derecho ajeno. Por otra parte, no hay libertad sin derechos, y desgraciadamente, cuando se les niega a millones de personas en el mundo el disfrute del derecho a la vida digna, nadie puede asegurar que se viva en libertad. Por eso, se vive en libertad, cuando se pueden disfrutar de todos los derechos que nos corresponden como seres humanos. Si en nuestra patria se desconocen algunos de esos derechos que nos corresponden a todos por igual, tenemos que aceptar que la libertad se encuentra limitada. ¡Aunque no nos percatemos de ello! ¡Aunque, sobre la base de la costumbre, todo lo veamos desde una odiosa óptica de normalidad!
Cuando te refieres a los derechos que más se mencionan, señalas la libertad de expresión y la libertad de viajar. Sin embargo, y siguiendo la costumbre al uso en la prensa cubana, relacionas el primero con el juego democrático de Estados Unidos, como un interés, únicamente válido, de defensa del capitalismo internacional y en el caso de la libertad de viajar nos remites a la prohibición de viajar a Cuba que sufren los ciudadanos de los Estados Unidos.
Rafael, la libertad de expresión se ejerce de verdad y en serio, o no se ejerce. Actualmente, desde la máxima dirección del país se viene llamando, con insistencia y pienso que con verdaderas buenas intenciones, a que la prensa nacional cambie el estilo de trabajo que ha mantenido en este medio siglo y cumpla con mayor rigor su papel informativo en beneficio de la sociedad en general. Te pregunto: ¿Crees que los periodistas cubanos han ejercido verdaderamente su papel con apego a la verdad, la razón y lo más conveniente? ¿Crees que la prensa nacional ha reflejado a lo largo de estos cincuenta años la realidad objetiva de lo que ha venido ocurriendo en el país? No voy a exigir que tú me contestes. No quiero de ti una confesión inmerecida. Pero quiero decirte que no por gusto, a estas alturas, Raúl Castro está haciendo este llamado a los periodistas cubanos. De aquí para atrás, el triunfalismo ha primado en todas las informaciones y únicamente se ha limitado a la versión oficial, a todos los niveles, a cumplir orientaciones del organismo superior y silenciar la verdad objetiva de lo que ciertamente estaba sucediendo en el territorio en el que desarrollaban el trabajo los trabajadores de la prensa. La complacencia por divisa, es la que han seguido, y no la que adorna la portada del periódico Escambray como máxima expresión de la filosofía martiana. Si los periodistas espirituanos se hubiesen documentado sobre tantas cosas incorrectas que han ocurrido en nuestra provincia, que abarcan hechos como las causas de la debacle de la producción de arroz en el Sur del Jíbaro, cuando se obligó a la empresa, en contra del criterio de los especialistas, a sembrar maíz en tierras arroceras, resultando la no obtención de ese cultivo y el daño irrecuperable a la cosecha arrocera, que aún se paga; si se hubieran informado sobre la inutilidad de la construcción de una hidroacumuladora en la zona de Fomento, a un costo multimillonario; si hubiesen tomado conocimiento del desastre económico que representan las irresponsables vinculaciones de áreas cañeras con los pocos centrales que quedan en el territorio y adicionalmente lo que ha costado el cumplimiento de los planes políticos de azúcar en cada zafra, y se les hubiese brindado la posibilidad de publicar críticamente sobre estos asuntos, tengan la seguridad, que si esta política se hubiera seguido a nivel nacional, con todas las cosas incorrectas que se han hecho, no estuviéramos a estas alturas discurriendo por un proceso de economía de supervivencia. Pero si los trabajadores en cada instancia, hubiesen tenido la posibilidad de criticar públicamente las decisiones equivocadas, cuando estas críticas fueran fundamentadas y se hicieran de manera respetuosa, el efecto hubiese sido distinto.
El ocultamiento de la información, surte un efecto contrario a los deseos honrados de quienes la evitan. Porque los funcionarios se sienten protegidos del escrutinio popular y muy alejados de los efectos de la crítica constructiva. Cuando los golpes provienen desde arriba y los de abajo no tienen posibilidad de señalar sin tapujos lo mal hecho, resulta como lo del cuento del negro enterrado en el circo romano. La libertad de expresión puede usarse con propósitos aviesos. Eso es cierto, pero hay que soportarlo y sufrirlo porque también los buenos tendrán la oportunidad de oponérseles. Nada tiene que ver la libertad de expresión con los intereses del imperialismo. ¡En lo absoluto! ¿Por qué yo o tú, o cualquier otro ciudadano, no puede decir libremente y sin miedo lo que piensa? ¿Por qué unos tienen la posibilidad de decir lo que quieran, verdades o mentiras, y los demás tienen que callar sus verdades? ¿Cuántas cosas han ocurrido a las que tú hubieses querido oponerte públicamente y no lo has hecho por el temor a lo que te pudiera suceder? No tenemos porque andar todo el tiempo susurrando verdades, secreteando conceptos, rumiando dudas, etc. Me preocupa que el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, haya afirmado públicamente su criterio de que la verdad es un arma peligrosa. ¿Cómo podemos compartir esa afirmación?.
Tienes toda la razón al señalar que los medios de comunicación, de forma universal, tratan de ejercer su influencia en la opinión pública. Eso es algo que se practica en todas partes, pero lo asqueroso es que cada uno imprime a la información que ofrece, el sello distintivo de sus intereses y únicamente se hacen críticas o se condena a quienes les conviene, ocultando los crímenes de sus socios o aliados. Nuestra prensa no está exenta de este vicio, y eso es inaceptable porque no podemos estar de acuerdo en que porque esto se practique a nivel internacional, nuestra prensa deje de ser como tiene que ser. Por nada del mundo, el hombre debe ser amordazado por los gobernantes, que están obligados a respetar y reconocer esos derechos y someterse al escrutinio del pueblo. Esto tiene una implicación mucho más dañina, que son los límites impuestos a la información que debe y puede recibir la población, tratando de mantener una pureza de pensamiento tan extremista y repugnante, como la pureza racial que preconizaban los nazis (salvadas las distancias entre la dirección revolucionaria y los criminales nazis).
¿Por qué el pueblo, común y corriente, esos que son nuestros vecinos, amigos y hasta compañeros de trabajo, no pueden tener acceso a las mismas fuentes a las que accedemos tanto tú como yo? Claro que yo puedo acceder por vivir en el extranjero y que tú lo haces por las características de tu trabajo: Pero si todos somos iguales, ¿Por qué el obrero, el estudiante, el jubilado, no pueden leer estas cosas que escribimos con franqueza y sin ánimo de crear malestar, sino simplemente porque discrepamos de muchas cosas relacionadas con la política oficial?
¿Por qué el imperialismo utiliza estas situaciones para atacar al gobierno cubano? Lo que se tiene que hacer entonces es rectificar lo mal hecho, y normalizar el flujo de información que libremente tiene que estar accesible al pueblo. ¿A que se le puede temer? ¿No se está seguro de que el sentimiento a favor del proceso revolucionario, que se afirma es preponderante en la población del país, sea verdadero? Han transcurrido tantos años desde el triunfo revolucionario, sin que jamás, en las más duras circunstancias, haya fallado ese apoyo incondicional y mayoritario por parte del pueblo.
Pero quisiera que hicieras tú mismo la comprobación del nivel de información que tienen los ciudadanos en el mundo. En casi la totalidad de los países, uno puede acceder a las páginas webs de todos los organismos de la administración central del estado, a los gobiernos provinciales y municipales y revisar toda la información de su gestión. Tú, desde Cuba, con acceso a internet puedes entrar. ¡Compruébalo! Busca, por ejemplo, la página www.seg-social.es; y podrás ver hasta el estado del presupuesto de ese organismo. ¿Por qué nosotros no podemos aspirar a tener lo mismo? La corruptela y el despilfarro y desviaciones de recursos estarían bajo el ojo del verdadero dueño. ¿No vale la pena que la ciudadanía esté a la altura de su condición? ¿Somos menos que otros seres humanos? Aquí te lo dejo.
El derecho a viajar es otro tema que vale la pena tratar. Antes del triunfo de la Revolución este derecho lo disfrutábamos sin que a los cubanos les interesara demasiado. Nadie se imponía la necesidad de viajar ni constituyó una prioridad para ninguna familia, hasta que a principios de la década del 60 saltó la liebre y dio comienzo a una nueva etapa de nuestras vidas, con el establecimiento de una corriente migratoria que ha llevado fuera de la Patria a más de dos millones de cubanos. Pasando, conscientemente, sobre aquella etapa de Cantarrana, como si no hubiera existido, hay que aceptar que en Cuba no existen limitaciones para viajar al extranjero siempre que se cuente con la visa del país que pretendas visitar y cuentes con los medios financieros suficientes para hacerlo. Como principio es de esta manera, pero, (desgraciadamente hay un pero) el gobierno revolucionario ha estado aplicando determinadas disposiciones que terminan resultando una violación a nuestros derechos ciudadanos. Salvo en Corea del Norte y Cuba, los ciudadanos del resto de los países pueden viajar fuera del territorio nacional, sin necesidad de obtener una autorización previa y pueden regresar a su país en el momento que lo estimen oportuno sin necesidad de trámite alguno. Pasaporte, visa y boleto de barco o avión y fuera. Lo que nos ocurre a nosotros es algo que tiene un sello de exclusividad caribeña. Debemos pedir un permiso previo que de concedérsenos se cumplimenta únicamente a partir del momento en que abonemos 150.00 CUC, somos sometidos a un escrutinio inquisitivo en el mismo aeropuerto por las autoridades migratorias, salimos por 30 días prorrogables y si sobrepasamos este tiempo, hasta los siguientes 10 meses, para regresar, desde Europa, debemos abonar 40,00 por cada mes prorrogado, (Desde USA el importe es muy superior). Al parecer, nadie en la dirección del país ha tenido en consideración el tremendo sacrificio que hacen los miles y miles de cubanos que actualmente vienen, fundamentalmente a España, a trabajar durante 11 meses, para ayudar a la familia que reside en Cuba, o a buscar un horizonte donde encontrar nuevas posibilidades de desarrollarse plenamente. Puede que muchos piensen que vienen a vivir en un paraíso, que vienen a hacerse ricos. ¡Que equivocado están! Aquí tienen que sacar candela del agua para sobrevivir, pues se cumple con una crueldad tremenda aquella consigna maoísta de que el que no trabaja no come, y el trabajo anda por las nubes, o en el cosmos; hacen los peores trabajos y el sueldo siempre está por debajo de lo que les correspondería en correspondencia con el tiempo trabajado, comparten piso para poder afrontar los gastos, y ciertamente mejoran su modo de vida, de ellos y sus familiares, pero más del 70% de lo que ganan aquí, lo llevan a Cuba, y sobre eso tienen que abonar los injustos 400,00 para poder regresar. Si salimos con carácter definitivo y tenemos propiedades de cualquier tipo, de inmediato se nos confisca y ojos que te vieron ir, jamás te verán volver, pues el regreso a nuestro país, se nos ha cerrado para siempre, salvo que seamos indultados por el estado, basados en alguna causa bien justificada.
Te pregunto ¿Qué nos importa que EE.UU. le niegue a sus nacionales que vengan a nuestra patria para impedir que los ciudadanos cubanos salgamos y regresemos a nuestra patria cuando nos venga en ganas? ¿Qué tienen que ver las limitaciones que aplicaba el gobierno de Estados Unidos a los cubanos residentes en su territorio (suprimidas en este momento) para viajar a Cuba, para mantener estas medidas? No, Rafa, no hay ninguna justificación, es indefendible su mantenimiento, y precisamente, es una de las cosas que mas incidencia tuvo en las discusiones con el pueblo, en la etapa anterior al VI Congreso. Hay un alto grado de injusticia en estas medidas y tienen que terminar siendo abolidas. Nosotros seguimos siendo tan cubanos, como los que siguen viviendo en la isla y la reconciliación tan necesaria, tiene que transitar por el reconocimiento a nuestro derecho a regresar a nuestra tierra, cuando lo entandamos necesario y a contar con la protección del gobierno en todos los sentidos. No es ningún logro, ni seña de privilegio alguno que esos miles de cubanos que mensualmente viajan a Cuba gocen del total respeto de los residentes en la isla y de las autoridades. ¡Faltara más! ¿Por qué tendría que ser distinto? ¿Por qué alguien puede sentirse molesto por la presencia de algún antiguo vecino? ¡Tiene que aguantarse! Porque si a derecho vamos, todos los cubanos, te repito, somos iguales. En la Constitución vigente, se garantiza el derecho a salir y entrar al país a los ciudadanos cubanos, por tanto si existiera una Ley, o cualquier disposición oficial, de cualquier tipo y categoría que disponga lo contrario, es totalmente ilegal y no se está obligado a obedecerlas, y solo tiene efecto práctico, por el uso de la fuerza.
Finalmente me voy a referir al tema de la Democracia. Antes que nada quiero decirte que para mí, la democracia se ha convertido en un esperpento que requiere de múltiples intervenciones para cumplir con su idealizado objetivo. La política ha pervertido un sistema que debe permitir a los ciudadanos de un país, ejercer la soberanía nacional, que se resume en su capacidad legal de escoger libremente a sus representantes en la administración del estado y supervisar su gestión a través de las periódicas rendiciones de cuentas que están obligados a rendir ante los organismos legalmente instituidos con ese propósito. Desgraciadamente, los intereses de los distintos partidos políticos y sus propósitos electoreros superan en mucho, el interés de la población. Son, los políticos, un verdadero asco. Pero no podemos pensar en tirar el sofá por la ventana. La democracia es la única vía que debe seguirse para asegurar que un país sea gobernado con eficiencia y que los gobernantes realmente cumplan sus obligaciones de manera eficiente, pero, por sobre todas las cosas de manera extremadamente transparente. También se evita, que alguien se perpetúe en el poder de forma vitalicia, sin someterse al escrutinio del pueblo, en un proceso electoral verdaderamente transparente, limpio y en cuyos resultados se refleje el criterio de selección proveniente del pueblo en forma mayoritaria.
Rafael, la democracia no puede confundirse con el bienestar social, por ello nada tienen que ver los más de un millón de graduados universitarios y de la educación técnica profesional que tanto representan en el presente y futuro de nuestro país. El estado tiene entre sus obligaciones máximas proporcionar al pueblo, una educación de calidad y en general un bienestar social a la altura de los requerimientos de la sociedad. A cambio de ello, no hay que agradecerles ni reconocerles nada. ¡Ese sí es un principio democrático!
Tú pones de ejemplo a los gobernantes de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, que accedieron a la presidencia de sus países a través de un proceso democrático y dices que se les tilda a todos de dictadores. Yo te aseguro, Rafa, que en ningún momento he visto que a estos señores se les tilde como dictadores, y al contrario se les reconoce la legitimidad de sus mandatos. Todos, sin excepción han sometido a la aprobación de sus pueblos las reformas que han acometido, y en todos los casos sus pueblos han manifestado su apoyo, pero en cada uno de esos piases existe una oposición que se les enfrenta, en el marco que les conceden las respectivas Constituciones y Leyes. Los pueblos de esos países pueden, al término de cada legislatura, decidir en las urnas, si les vuelven a conceder su confianza, o si escogen a nuevos representantes. ¿Eso es malo? Por ejemplo, en la última elección para escoger la Asamblea Nacional de Venezuela, la oposición obtuvo una mayoría, y no sucedió nada. El proceso bolivariano sigue adelante y nadie puede objetarlo mientras el pueblo pueda manifestarse libremente en las urnas.
Nuestro sistema electoral se aleja con mucho, del método tradicional. Los cubanos tenemos la facultad de hacerlo todo distinto, y esa característica nos distingue de muchos pueblos. ¡Somos exclusivos! Personalmente opino que dicho sistema encierra un inobjetable principio democrático, que claramente no es perfecto, pero si perfeccionable. Aunque muchos piensen de otra manera, yo siempre he considerado este mecanismo que tenemos superior al funcionamiento del anterior. No creo que esto signifique que existan cubanos que añoren la presencia de Fulgencio Batista (e.p.d) en el poder, ni puede considerarse, aunque los haya, que sea el origen y fuente de nuestras divergencias. Pero, amigo, te confieso que tengo el criterio personal de que no hay ni ha existido nunca, transparencia en el proceso electoral cubano y que por tanto ninguna elección puede considerarse democrática, producto de la manipulación a que se han visto sometidas. Y trataré de explicarme con la mayor claridad que sea capaz de imprimirle a mis ideas.
¿Dónde radica el principio democrático del sistema? Para mí, en el proceso de selección de los candidatos a delegados de circunscripciones. En las primeras elecciones celebradas, la asistencia a esas asambleas de nominación tenía un carácter masivo. Sin embargo y con el transcurso del tiempo, esa participación ha llegado a mínimos, porque los electores han perdido el interés en su desarrollo debido a que no juegan ningún papel en esas asambleas, ni se sienten verdaderamente representados por los delegados que finalmente resultan elegidos.
Aunque conozcas las causas, tanto como yo, ¿Quiénes seleccionan a los delegados? Aunque se afirma que el Partido Comunista ni siquiera propone a los delegados, todos sabemos que eso es una reverendísima mentira. La selección de los candidatos se analiza con lupa en los núcleos de zona del PCC, donde en cumplimiento de directivas superiores se escogen aquellos, de entre sus militantes o de la UJC, preferentemente, que pueden ser propuestos en las asambleas de nominación. Se designan, incluso, por asambleas a los proponentes y a los que deben intervenir a favor del nominado que, ante la desidia de los electores, resulta finalmente elegido. La aplicación de este mecanismo tiene el propósito, que cumple escrupulosamente, de bloquear el paso a candidatos indeseables. Te recuerdo que cuando Azcanio Ruiz (Pillo) mudó su domicilio para la circunscripción en que vivía Zoe Valdés, se enfrentaron a la disyuntiva de que enfrentados en unas elecciones de delegados, con toda seguridad Azcanio, a la usanza Presidente del municipio, corría el riesgo de no ser electo. Y, ¿Cómo resolvieron aquello?, con mucha facilidad, mudando, sumariamente, a Zoe para otra circunscripción lejana, y en la tierra paz y en el cielo gloria. ¡Así de fácil!
Una vez electos, los delegados asumen una actitud tan negativa, que únicamente cumplen con una función de figurantes en una puesta en escena de un acto, en el cual solamente les corresponde el papel de levantar la mano en señal de aprobación de cuanto asunto se trata en la asamblea. A partir de esas asambleas municipales, la selección de los delegados a los niveles superiores, hasta la Asamblea Nacional, es cosa que se cocina convenientemente, y con la seguridad de su aprobación por parte de los representantes del pueblo.
El criterio de la unanimidad es inasumible en los asuntos de estado. Y puedes tener la seguridad que esa práctica de aprobarlo todo, de no analizar y exigir que las cosas se hagan correctamente, esa política de aceptarlo todo, no solo aleja a los delegados y diputados de la enorme masa ciudadana, sino que es la causa de todas las desgracias que quita el sueño a tantos compatriotas. Y tanto los delegados, como los diputados son tan responsables, como los dirigentes máximos del gobierno, de todos los errores cometidos, y de ese cúmulo de leyes absurdas, según las calificara hace unos días el propio Raúl, que nos ha hecho de la vida un yogurt a lo largo de este pasado medio siglo, porque ellos tenían la obligación de velar por los intereses del pueblo y legislar con apego a la razón y el derecho. ¿Hay que explicar por que no lo hicieron? ¡No! Porque todos sabemos las causas y preferimos callarlas. Al final no vale hacer cintos de un tigre muerto.
No en vano, Raúl Castro está llamando a que se cambien estas actitudes, porque sabe que por el camino de la sumisión no se llega a parte alguna. No es el sistema cubano el que se tiene que cambiar, de lo que se trata es de que se aproveche todo su potencial democrático y de que se cambie la mentalidad en los que se elijan como representantes del pueblo. Que rindan verdadera cuenta de su gestión y que no se sientan respaldados por ninguna organización política, sino por su propio esfuerzo, y por los resultados positivos de su gestión. Hay que asegurar que delegados y diputados no se sientan comprometidos con los gobernantes, ni con ninguna organización política, sino únicamente con el pueblo. Que sepan que únicamente tienen que rendirle cuenta a los millones de Liborios que esperan lo mejor de cada uno de ellos, y que sientan que el pueblo es inflexible con los oportunistas y los timoratos. Si esto se logra, si se le concede al Consejo de Estado y Ministros (si seguimos el sistema parlamentario) la importancia que tienen que reconocerles y se eleva al máximo la facultad de gobierno en los Municipios y la gestión por circunscripciones electorales responde a la realidad objetiva, unido todo, a la limitación en tiempo de 5 años por dos mandatos para los cargos gubernamentales, no me cabe duda que nos convertiríamos en ejemplo para el resto de la humanidad.
Al principio de esta interminable carta te decía, que tenemos un problema, que tenemos que resolver entre nosotros y que lo vamos a resolver. Pero para lograrlo, no podemos seguir aferrados al pasado, hay que mirar al futuro y con objetividad, sin espejuelos oscuros, con unidad y con confianza. Todos somos iguales, todos somos cubanos, y aunque tengamos que sufrir la existencia de extremistas de uno y de otro lado, hay que acopiar suficiente paciencia, como de santos, y soportar su presencia. Tenemos que estar muy claros de que no podemos pensar igual, y nadie se puede sentir ofendido porque otro no piense de su misma manera, pues la unanimidad siempre es mentirosa, oportunista y detestable; son muchas más las cosas que nos unen a las que nos separan.
Yo muchas veces recuerdo y comparo nuestras diferencias con las perretas que armaban los almendaristas con los habanistas. El drama de la situación actual es que hemos puesto agua de por medio. ¡Y hay que correr sobre las aguas para reunificarnos en el seno de la familia, con el calor del barrio, en las tertulias de esquina, en las reuniones en el patio de nuestras casas, familiares, amigos, vecinos y a ritmo de sones y puntos guajiros y tonadas espirituanas, disfrutar de un buen asado de cerdo acompañado de nuestro inigualable ron cubano. Nada Rafa, que más temprano que tarde, el abrazo que nos damos todos los días en la página Web de santilé nos lo podremos dar en el parque Serafín Sánchez o en el terrenito de Agramante, y entonces no utilizaremos nuestro tiempo, hablando de estos temas.
Me pregunto a estas alturas: ¿Habrá llegado a leer hasta este punto? Pienso que poco a poquito habrás llegado al final. Perdona por haberte ocupado tanto tiempo y espacio, pero mi carta te la he escrito con todo el respeto y cariño que puedes esperar de un admirador y amigo:
J. Manuel Llera Marín