Continúa el predominio de la desfachatez en la sucia justicia norteamericana
A pesar de que sobran infinidad de razones para hacerlo, los Estados Unidos nunca le ha llamado terrorista a Posada Carriles. El denominador que más utilizan es anticastrista, calificativo que honra a los revolucionarios cubanos, pues ofrece una medida exacta de la calaña de nuestros enemigos.
El término ética tiene otro significado en el lenguaje imperial. Así, un vulgar cuatrero se convierte en prominente figura. Su posible causa criminal como terrorista, ni siquiera puede ser engavetada porque su expediente como tal nunca ha existido en los tribunales norteamericanos.
Sin embargo, en los archivos de la inteligencia norteamericana existen miles de legajos contentivos de los servicios prestados por Posada Carriles al gobierno estadounidense desde los primeros años de la década del sesenta. Para muchos está involucrado en el asesinato de Jhon F. Kennedy.
Muy lejos de ubicarlo en su canallesca dimensión, el imperio protege a Posada Carriles, quien ha sido acusado solamente como un noble y digno inmigrante indocumentado que sólo ha cometido el blando delito de mentir en cómo entró a los Estados Unidos.
Su longeva imagen es presentada ante la opinión pública mundial para despertar la veneración que generalmente evocan los ancianos. Empero, esa vetusta fisonomía no es capaz de confundir a quiénes conocen de su pasado y presente delictivo, que tuvo sus inicios en las huestes represivas de la odiosa tiranía batistiana.
Este facineroso internacional ha sido durante más de 40 años autor directo e intelectual de infinidad de asesinatos en sus operaciones "antisubversivas" en América Latina, por mandato de Washington.
Posada Carriles tiene un juicio pendiente en Venezuela por la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano frente a las costas de Barbados, en el que viajaban 73 personas, incluido el equipo juvenil criollo que regresaba alegre y victorioso a nuestra patria, después de intervenir en una lid en tierras bolivarianas.
Aunque la historia de los Estados Unidos está llena de páginas indecorosas, el actual grado de cinismo de los gobernantes rebasa los límites de un simple detalle demagogo.
Ahora, en el colmo de la desfachatez, Posada Carriles (el Bim Ladem occidental), ha sido liberado al pronunciarse la Corte Federal estadounidense del Circuito de Apelaciones en Nueva Orleans a favor de la libertad condicional de Posada Carriles, quien deberá responder el 11 de mayo por fraude migratorio, según precisa una escueta nota de prensa en la que no se alude nada acerca del sanguinario proceder del confeso asesino.
Nada, nuevamente se impone la indecorosa desfachatez de la justicia norteamericana. Mientras, en cinco cárceles estadounidenses, igual cantidad de antiterroristas cubanos, injustamente condenados y encarcelados, reclaman con probadas razones el derecho a la libertad. Rafael Daniel
El término ética tiene otro significado en el lenguaje imperial. Así, un vulgar cuatrero se convierte en prominente figura. Su posible causa criminal como terrorista, ni siquiera puede ser engavetada porque su expediente como tal nunca ha existido en los tribunales norteamericanos.
Sin embargo, en los archivos de la inteligencia norteamericana existen miles de legajos contentivos de los servicios prestados por Posada Carriles al gobierno estadounidense desde los primeros años de la década del sesenta. Para muchos está involucrado en el asesinato de Jhon F. Kennedy.
Muy lejos de ubicarlo en su canallesca dimensión, el imperio protege a Posada Carriles, quien ha sido acusado solamente como un noble y digno inmigrante indocumentado que sólo ha cometido el blando delito de mentir en cómo entró a los Estados Unidos.
Su longeva imagen es presentada ante la opinión pública mundial para despertar la veneración que generalmente evocan los ancianos. Empero, esa vetusta fisonomía no es capaz de confundir a quiénes conocen de su pasado y presente delictivo, que tuvo sus inicios en las huestes represivas de la odiosa tiranía batistiana.
Este facineroso internacional ha sido durante más de 40 años autor directo e intelectual de infinidad de asesinatos en sus operaciones "antisubversivas" en América Latina, por mandato de Washington.
Posada Carriles tiene un juicio pendiente en Venezuela por la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano frente a las costas de Barbados, en el que viajaban 73 personas, incluido el equipo juvenil criollo que regresaba alegre y victorioso a nuestra patria, después de intervenir en una lid en tierras bolivarianas.
Aunque la historia de los Estados Unidos está llena de páginas indecorosas, el actual grado de cinismo de los gobernantes rebasa los límites de un simple detalle demagogo.
Ahora, en el colmo de la desfachatez, Posada Carriles (el Bim Ladem occidental), ha sido liberado al pronunciarse la Corte Federal estadounidense del Circuito de Apelaciones en Nueva Orleans a favor de la libertad condicional de Posada Carriles, quien deberá responder el 11 de mayo por fraude migratorio, según precisa una escueta nota de prensa en la que no se alude nada acerca del sanguinario proceder del confeso asesino.
Nada, nuevamente se impone la indecorosa desfachatez de la justicia norteamericana. Mientras, en cinco cárceles estadounidenses, igual cantidad de antiterroristas cubanos, injustamente condenados y encarcelados, reclaman con probadas razones el derecho a la libertad. Rafael Daniel
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