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Cabaiguán tuvo un importante protagonismo en la huelga del 9 de abril.

Cabaiguán tuvo un importante protagonismo en la huelga del 9 de abril.

Mario Rodríguez Valero uno de los participantes en la huela del 9 de abril que no fue del todo un fracaso

Por Rafael Daniel

 El 9 de abril se conmemora uno de los hechos más importantes de la historia nacional,  dirigido por el Comandante Faustino Pérez Henández, por encargo del Comandante en Jefe Fidel Castro, al producirse en el año 1958 la huelga que demostró la decisión de lucha del pueblo cubano de derrocar a la tiranía.

Aunque no se lograron sus objetivos principales en todo el país, tampoco se puede decir que fue un total fracaso. En Cabaiguán por ejemplo, tuvo un efecto notable bajo la dirección de Miguel Reyes Castro, según recuerda Mario Rodríguez Valero, uno de sus dirigentes y participante.

“Uno de los principales éxitos de la huelga en Cabaiguán fue la unidad que se logró entre las distintas organizaciones  revolucionarias como el Movimiento 26 de Julio y el Partido Socialista Popular. Yo no considero que fue un fracaso independientemente de que el refuerzo armado que debió de producirse no se llevó a cabo”, precisa Rodríguez Valero.

“Las fábricas de tabaco, las escogidas, los comercios, en fin, todo el pueblo se paralizó y previamente hubo paros obreros de cinco, diez y quince minutos, días antes de la huelga. Había un espíritu de Revolucion”, añade.

Mario retoma el tema de los preparativos de la acción revolucionaria  y…  “ante un momento de indecisión del Movimiento en la región, se traslada la esposa de Armando Acosta Cordero al Reparto Obrero de Cabaiguán y en la casa de los padres de Martín Pérez se entrevista con este para trasmitirle la decisión de que la huelga iba”

“Se elevó el nivel de propaganda y recuerdo que se pusieron banderas del 26 de Julio en diversos lugares estratégico de muy  difícil acceso para la huestes de la tiranía como palmas muy altas, en postes eléctricos, en la loma de Punta de Diamante y una que se puso en la loma de Zaza que trasladaron desde Cabaiguán las hermanas Iraida y Zaida Castro”.

La juventud,  junto a otros sectores de la población, como las mujeres, también tuvo un prominente protagonismo en la huelga del 9 de abril. El propio Mario y otros dirigentes revolucionarios eran muy jóvenes entonces.

Al decir de Mario, la represión contra los participantes en la huelga fue brutal. Muchos de los combatientes clandestinos tuvieron que refugiarse en otros lugares y muchos fueron capturados,  “aunque eran tantos que no podían hacer una masacre”, dice Mario y recuerda uno de los crímenes más atroces de la soldadesca batistiana:

“Fue un asesinato salvaje el cometido por la tiranía contra uno de los participantes en la huelga. Abraham Domínguez, un campesino de La Aurora, zona entre Sancti Spíritus y el poblado de Guayos, quien  fue salvajemente torturado en la capitanía por el criminal Mirabal y su gente, fue castrado y metido dentro de un saco y abandonado en la pista del aeropuerto”, expresa aún colérico y con visibles señales de dolor Rodríguez Valero.

“Luis Seijas Echemendía fue sacado unos meses después de la prisión de Santa Clara y lo masacran en la carretera de Barajagua”.

A casi sesenta años de la huelga del  9 de abril el recuento de los hechos  es inevitable para quienes protagonizaron la historia y sirve como ejemplo para las actuales generaciones de no volver jamás a repetir aquel macabro pasado.


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