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La satisfacción de cumplir una orden de Fidel tras una imperdonable pifia

La satisfacción de cumplir una orden de Fidel tras una imperdonable pifia

Por Rafael Daniel

No hay mayor satisfacción para un revolucionario que cumplir una orden dada por nuestro Comandante en Jefe. Cuando esto ocurre y se cumple a cabalidad, con puntos y comas, el regocijo es extraordinario. Permítanme no usar nunca las conjugaciones en pasado para sentir mejor su constante vigencia.

En realidad la orden no fue dada directamente para mí, sino que me convertí en un protagonista indirecto pues realmente debía cumplir la misión  el  Primer Secretario del Partido en la provincia, pero era imposible hacerlo sin mi auxilio o el de otro especialista de la prensa.

Nuestro Comandante en Jefe se caracteriza por ser muy minucioso, no se le escapa ni el más mínimo detalle y de eso tuve varias experiencias en las veces en que tuve el privilegio de estar con él, pero en esta ocasión no había  tenido ningún contacto cercano con el máximo líder de la Revolución.

UNA TRIBUNA ABIERTA EN YAGUAY

Estábamos en plena batalla por la devolución del niño Elián González, secuestrado por la gusanera miamense en Estados Unidos. Cada semana se desarrollaban Tribunas Abiertas  en un municipio del país en las que se presentaban los mejores talentos locales del territorio y usaban de la palabra indistintamente  los más destacados representante de la sociedad civil de la zona.

Tuve el alto honor  de darle cobertura para la televisión a casi todos los actos que se desarrollaron en la provincia espirituana,  con las correspondientes semblanzas documentales acera de las características integrales de cada municipalidad escogida para la Tribuna.

Correspondió a Yaguajay, tierra muy vinculada con el emblemático  jefe guerrillero Comandante Camilo Cienfuegos. La actividad fluyó con todo éxito por las intervenciones de los oradores y la maestría de los intérpretes musicales y danzarios.

UNA PIFIA IMPERDONABLE PARA FIDEL

Las Tribunas Abiertas se trasmitían muy temprano en la mañana y se retrasmitían en horas de la tarde. En ambas ocasiones eran vistas por nuestro Comandante en Jefe.

Mientras observaba la versión vespertina Fidel se da cuenta de que faltaba una figura del elenco que había actuado por la mañana y de inmediato llama a las autoridades del Instituto Cubano de Radio y Televisión para indagar el porqué de la ausencia.

Le explican que se acortó el programa por un problema de tiempo en la trasmisión y que el talento se había escogido al azar  pero no por ninguna discriminación cualitativa o de cualquier otra índole.

En todo el elenco había solamente una persona negra, Yarelis Gómez, por cierto, excelente vocalista.

Al cerciorarse de ese detalle el Comandante en Jefe reflexiona y le dice: “¿Y qué pensarán,  ella y la familia de eso, sus padres, los vecinos de la cuadra? ¡Nadie los llamo para explicarles!  Pueden pensar que se omitió  por un problema racista.”

De inmediato llamó a Juan Antonio  Díaz, entonces Primer Secretario del Partido en la Provincia y le dijo que en muy poco tiempo llegaría a Sancti Spíritus un carro con una grabación en casete de la Tribuna Abierta completa, incluyendo la actuación de Yarelis y ordenó que se reuniera con todos los vecinos de la cuadra,  con la familia y le ofrecerá disculpas en su nombre por el error cometido en la retrasmisión de la tribuna.

Le dijo, además,  que eso fuera grabado por la televisión  –esa fue mi parte en el cumplimiento de la orden- y se le enviara en el mismo vehículo que vino a traer el casete.

El dirigente del Partidoen  la provincia  recibe la información de que la joven artista no tenía ni casetera ni televisión para ver el contenido del casete y se lo hacer saber a Fidel y este decide enviarle, junto con el casete, un  moderno equipo de video tape y un televisor en colores.

Así se hizo. Se reunieron a los vecinos y familiares del barrio espirituano de Colón donde residía Yarelis, se le ofreció disculpas en nombre personal del Comandante en Jefe y se probaron los equipos con el contenido del casete. Filmamos toda la acción, tal como ordenó Fidel  y se le envió para La Habana en el mismo carro procedente de la capital.

Esta fue una verdadera muestra de la cultura del detalle de Fidel y para mí y el equipo que me  acompañó,  sentir la satisfacción de cumplir la parte de la orden del Comandante Jefe que nos correspondió.

 

 

 

 

 


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