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Otra presencia británica inesperada en el pequeño poblado de Arroyo Blanco

Otra presencia británica inesperada en el pequeño poblado de Arroyo Blanco

El que suscribe, a la izquierda, con el embajador británico en Cuba.

Por Rafael Daniel


Arroyo Blanco es un pequeño poblado del municipio de Jatibonico en la central provincia cubana de Sancti Spíritus, pero con una impresionante carga de historia, pues aunque Doña Isabel María de Valdivia, madre del Mayor General mambí Serafín Sánchez y otra pléyade de patriotas, tuvo a varios de sus hijos en la ciudad capital, la familia se identifica como oriunda de esa zona ganadera.

Llama la atención cómo se conservan sus principales valores patrimoniales, desde sus inmuebles originales, confundidos con otros de cierta modernidad, hasta la conservación cercas perimetrales de madera que recuerdan a la repugnante reconcentración de Weyler, durante los tiempos de la epopeya mambisa.

Hay mucho, pero mucho más que decir de Arroyo Blanco, pero eso sería un interesante y amplio tema para otro trabajo.

Este fin de semana asistí al tradicional Festival de Parrandas que anualmente se celebra en esa localidad. Nadie piense en algo al estilo de las fiestas populares de Remedios, Guayos o Zaza del Medio, también con idéntica denominación, con sus hermosas carrozas, voladores y fuegos artificiales.

No, son parrandas de otro tipo. Se trata de formatos musicales que interpretan el punto espirituano –surgido en Sancti Spíritus- en todas sus variantes. Allí actuaron agrupaciones locales, como la de la familia Sánchez valdivia, ¡Si! ¡No ha leído mal! Son descendientes de la familia del insigne Mayor General del Ejército Libertador, cultores de ese género musical desde hace muchos años en esa zona, junto a la de los Perejiles.

Otros vinieron de la provincia de Ciego de Ávila, como Florencia o Majagua, aunque nos extrañó que no invitaran a la Parranda Típica Espirituana, sucesora de Los Hermanos Sobrino, la más emblemática de estas agrupaciones, pues aunque el evento es competitivo del movimiento de artistas aficionados, su presencia le hubiera dado un toque más identitario al programa, que de hecho ya lo es. También pudieron invitar a Manacanabo, de Trinidad o a la de Iguará, dos excelentes agrupaciones profesionales de la provincia.

UN HECHO PARA MI INESPERADO

De vez en vez, las autoridades locales y organizadores del evento expresaban: “El hombre no ha llegado”, Otros decían “Parece que no va a venir” y yo me preguntaba “¿A quién se referirán”. Pensé que se trataba de un prominente parrandero como Rolando Benítez, el hijo de inigualable Marcial, pero después supe que está muy enfermo.

Movido por la curiosidad pregunté de quién se trataba la tan esperada visita. Me acerque a un grupo de sillas alrededor de una mesa, en formación parecida a un pequeño anfiteatro, dónde ya estaban algunas personas sentadas y ¡Al fin me enteré de quién se trataba! ¡Nada más y nada menos que del Embajador de Gran Bretaña!

Aquello me pareció insólito porque ¿Qué haría un diplomático británico allí en esa zona tan apartada? ¿Sería el representante del Reino Unido aficionado a las parrandas? No le encontraba a aquello ni pies ni cabeza.

Sin embargo, al fin, me enteré del porqué de la presencia del embajador británico en Arroyo Blanco. Siento bochorno por mi despiste totalmente injustificado, porque en el bolsillo de mi chaleco estaba el programa del evento en el que se anunciaba esta actividad colateral y si lo hubiera visto, me hubiera ahorrado tanto asombro.

El excelentísimo señor Tim Cole, embajador del Reino Unido en Cuba, venía a presentar el libro “Arroyo Blanco, la ruta cubana de Churchill”, de la escritora espirituana Lourdes María Méndez Vargas, texto en el que se narra una historia poco conocida como la presencia del estadista británico por estos lugares de la geografía espirituana.

Tome asiento en el pequeño anfiteatro y me uní a los espectadores en espera del lanzamiento del libro. (Me gusta esta palabra en lugar de presentación, no sé por qué se le huye.)

Al poco rato llegó el diplomático en ejemplar puntualidad, característica de los ingleses.

Después de la presentación de rigor por parte de especialistas de la espirituana Ediciones Luminaria, inicio el señor Tim Cole su disertación sobre Sir Winston Churchill, en la que destacó importantes pasajes de la vida del importante estadista, Premio Nobel de Literatura y a quién le unían lazos filiales muy íntimos con la Isla caribeña, incluso uno de los habanos cubanos más famosos lleva su nombre.

Al término de su alocución, otros usaron de la palabra. Un grupo de niños campesinos cantó tonadas propias de las parrandas.

Al finalizar se entregaron libros a diversas instituciones. Tuve el alto honor de tener acceso a uno de los ejemplares y que el diplomático lo rubricara, después me extendió su mano afectuosa y sentí la importancia de estar presente en otro momento histórico de Arroyo Blanco.

Era la primera vez que un embajador visitaba aquel pequeño poblado rural, pero inmenso e imprescindible para la historia cubana.

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