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¡Tus reyes son pobres!

¡Tus reyes son pobres!

¿Habrá Día de Reyes para este niño?

Por Rafael Daniel

Así, con esas cuatro palabras se acababan las ilusiones  del Día de Reyes para mí y para muchos niños  del barrio. En un santiamén la cruel realidad se abría paso y hacía trizas a nuestros sueños infantiles.

 La flamante bicicleta Niagara, el traje de vaquero a lo Roy Rogers, con sus respectivas pistolas; o el de pelotero con guante y pelota Wilson a lo MIñoso; la maquinita eléctrica y las más disímiles cosas que afloraban a nuestras inocente mentes nunca aparecieron por ninguna parte.

 Se desbarataban así las quimeras que con tanto fervor le pedíamos en nuestras “carticas” y le sugeríamos a  Gaspar Melchor y Baltasar, aquellos nobles y benefactores reyes que, según la leyenda, atravesaban desiertos en sus camellos para dotar de juguetes a todos los niños que conformaban la humanidad.

 Los que teníamos la suerte de encontrar algo, veíamos los mismos juguetes de todos los años: la pistolita de fulminante, en el mejor de los casos, la maquinita rústica de palo.la yunta de bueyes de botella, las muñequitas de trapo y uno que otro caramelo y en la mejor de las ocasiones un papel con la recomendación de un político de turno para acudir a la caridad “gubernamental” y fajarse con miles que asistían  la Feria Gnadera espirituana –en otros lugares no sé donde sería- a buscar entre un amasijo de juguetes baratos, algo para satisfacer un tanto los sueños desbaratados, sin embargo la inmensa mayoría regresaba a sus humildes hogares con las manos vacías.

 Otros, casi todos, ni siquiera eso. Para ellos no había ni tan siquiera la ilusión de la carta de los Reyes Magos. Esos ni siquiera conocían la “existencia” de tales monarcas. Unos durmiendo en portales  tapados con periódicos, o con una imagen sacra en una mano y en la otra esperando la necesaria limosna para intentar subsistir.

 Para ellos los reyes no eran pobres como los míos, sino que simplemente no había reyes. Y me molesta como en Cuba todavía haya personas anhelando aquella fantasía de los Reyes Magos. Quizás a ellos sÍ le dejaban regalos debajo de las camas, cuando se convertían en hormiguitas para pasar por debajo de la puerta a dejar su carga..

 ParA la inmensa mayoría –igual que muchos millones en el mundo, -. que se agachaban debajo del lecho -si es que lo tenía- estaba,  como decía el tango de Gardel, la cama  vacía.

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