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El prominente Vilo Cabeza de Clavo (Un recuerdo para los cabaiguanenses)

El prominente Vilo Cabeza de Clavo (Un recuerdo para los cabaiguanenses)

(Crónica realizada al pintoresco personaje cabaiguanense antes de su deceso. Un homenaje a alguien que permanecerá por siempre en el corazón de los habitantes de este poblado de la central provincia de Sancti Spíritus))

Por supuesto que ya no es igual. La ancianidad siempre inspira respeto y los que bromeaban con el personaje más pintoresco de Cabaiguán, ya no lo hacen, o por lo menos mucho menos que antes.

Es como si todos quisieran cuidarlo para que permanezca un período más prolongado deambulando con tranquilidad por las calles del poblado, ubicado al oeste de la central provincia de Sancti Spíritus, sin que casi nadie lo moleste, aunque siempre hay quién le dice algo

“Caramba, que viejo se nos ha puesto Vilo”, dice uno. “Cualquier día se nos va”, señala otro. “¡Cómo será ese entierro!” exclama un tercero. “Seguro que debe ser el más grande de todos los que se hayan hecho en Cabaiguán. Él se lo merece”, precisa alguien que se detuvo para intervenir en la conversación.

Para quiénes no le conocen, no piensen que se trata de una figura del arte, un político prominente, un científico o un deportista famoso. No, se refieren a Vilo Cabeza de Clavo, ¡Sí! ¡Así mismo! Como si esos fueran su nombre y apellidos porque si se dicen los verdaderos nadie podría identificarlo.

¡¿Edad!? ... Cualquiera... 70, 75, 80... Ochenta y tanto... No importa, pocos lo saben. Posiblemente ni él mismo, pero lo cierto es que tiene un montón de años.

Generaciones tras generaciones han disfrutado de la presencia de Vilo por las calles de Cabaiguán y muchos se han puesto viejos junto a él. Otros que se marcharon antes “sintieron” las lágrimas del noble anciano gotear sobre “el cristal del adiós”.

Porque Vilo no sólo se caracterizaba –ahora lo hace menos- por asistir a todos los mortuorios y entierros de la localidad, si no que conociendo o no al occiso, comparte con los familiares los sufrimientos de la pérdida, el llanto espontáneo y es... ¡Cómo si lo hubiera amado toda la vida!

Hay que ver cómo se acerca de vez en cuando al féretro y mueve desconsoladamente la cabeza de un lado a otro diciendo: “Pobrecito. Cómo te me fuiste, caramba. No somos nada”. Se vuelve para aceptar un pésame, extiende la mano y aprieta fuerte la de alguien que se incorporó al grupo de los dolientes. Nadie diría que no conocía al muerto ni por fotografía.

Hace unos pocos años le recordamos acompañado por una carnera que le seguía a todas partes. El mamífero rumiante se había convertido en una prolongación del noble Vilo. Un buen día unos curdas sin escrúpulos le comieron el ovino al infeliz. ¡Cómo lloraba! Las autoridades del municipio tuvieron que conseguirle otro animal similar para calmar sus sufrimientos.

Cada cabaiguanense conoce de él infinidad de anécdotas. De cuándo se llevaba el dinero que los fieles depositaban en el emblemático sitio conocido como “La Virgencita” - había una imagen de la virgen – o de las veces que descargaba un trompón a cualquier extraño a cambio de un peso que le ofrecía alguien, sólo por reír la gracia o demostrar de qué era capaz aquel hombre delgado, pero fornido.

Lo de Cabeza de clavo le viene por su pequeña y desfigurada testa. Ahora quien quiera le puede decir ese apelativo. La costumbre o el peso de los años hacen que el sobrenombre le sea hoy indiferente. Sin embargo ¡Qué distinto hace años atrás!

Todavía muchos rememoran la andanada de piedras lanzada por aquel débil mental ante la sola mención del burlón apodo. Los menos afortunados enseñan algunas cicatrices.

Vilo es también como un símbolo de libertad. Para él no existe el encierro. Su vida es libre como el aire. A nadie se le ocurriría recluirlo en ninguna parte y todos conocen que de hacerlo dejaría de ser. Sin embargo, está protegido por todos.

En los hoteles u otros sitios de la localidad le sirven la mejor comida que él guarda con celo en un recipiente. A pesar de sus años goza de una salud envidiable y de ello da cuenta su característico y veloz andar por las calles de Cabaiguán.

A nadie se le ocurre referirse a él como loco, y mucho menos llamarle idiota, retrasado o ningún otro calificativo similar. Él es sólo eso: el prominente Vilo Cabeza de Clavo.

Rafael Daniel 

3 comentarios

A. Gonzalez -

sin embargo su entierro nunca fue ni la mitad de lo q hubiera merecido,lamentable pero cierto ...

vic -

vilo es el mejor,vive exactamente detras de mi casa,entre el cine y el patio de margot,mi mare le suee alimentar tambien....estoy seguro q ya ha cumplido los 100

Fidel Bravo -

Hola hermano!!!!Buen blog.Un abrazo,El Charro.
bravito1959@hotmail.com
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